El dibujo como herramienta de expresión pictórica e intelectual, a la manera de los grandes dibujantes del renacimiento.

 

El artista e historiador del siglo XVI, Giorgio Vasari, hizo en su libro Vidas de los Más Excelentes Pintores, Escultores y Arquitectos por primera vez alusión a una noción que hoy en día es dada por hecho: el dibujo nos ofrece, mejor que ningún otro medio, un acceso directo a los procesos de pensamiento de los artistas. Y es cierto que cuando contemplamos los dibujos de grandes artistas, como Miguel Ángel o Leonardo da Vinci, sentimos como si pudiéramos ver sus mentes trabajando. Bajo esta concepción, Vasari nos participa la forma en que los dibujos eran apreciados y coleccionados en ese tiempo, como demostración del talento, no sólo estético, sino también intelectual del artista. Lamentablemente, aun cuando tenemos muchos dibujos de los grandes maestros del pasado, el trabajo de dibujantes de épocas anteriores a Vasari es difícil de encontrar y ampliamente desconocido.

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Durante el gótico y el medioevo, el dibujo -como lo entendemos actualmente- se veía generalmente soslayado por la pintura. El dibujo era principalmente utilizado por los pintores para realizar estudios preliminares con los cuales producir pinturas, mas generalmente una vez realizada la obra el dibujo dejaba de tener una función y era descartado. Fue a partir del siglo quince que se notó un incremento considerable en la práctica del dibujo, el cual se enriqueció de soportes, materiales y técnicas como el papel, el dibujo con puntas metálicas, dibujo a los pinceles y al albayalde, dibujo con carbonillas, tizas, gredas de colores, bistre, gises al pastel, etc. Sin embargo, el elemento que caracteriza la transformación del dibujo durante este período no es sólo la evolución en el ámbito técnico, sino también que, como respuesta al surgimiento de la conciencia artística, el dibujo se elevó de herramienta para ilustrar manuscritos o plantear proyectos de pinturas y esculturas al rango de una obra de arte propiamente dicha, acabada y perfecta en sí misma. Su triunfo se consagró en el siglo XVI cuando personajes como Leonardo, Miguel Ángel y Rafael declararon su supremacía sobre todas las otras artes. El dibujo se convertiría en una manifestación más real e íntima de la inspiración y del genio del artista que ningún otro medio.

 

One of Leonardo da Vinci's notebooks, compiled while he worked for Duke Ludovico Sforza in

Uno de los cuadernos de apuntes de Leonardo da Vinci.

El dibujo fue la base de la mayor parte del movimiento renacentista. Después del estancamiento en el que las artes y las ciencias se vieron durante la Edad Media, a causa del yugo de la iglesia, durante el renacimiento despertó en el hombre el deseo de investigar la organización profunda de la naturaleza. En ese período, muchas de las cosas que anteriormente se aceptaban sin preguntar comenzaron a ser rechazadas. El hombre empezó a analizar a la humanidad, su forma, sus ideas y su relación con la naturaleza. El dibujo desempeñó en gran parte de ese escrutinio un papel importante como herramienta científica, de apunte, de diseño, de ingeniería, arquitectura, escultura, registro, etc.

 

Michelangelo Buonarroti

Miguel Ángel Buonarroti, Dibujo.

Dentro del mundo del arte contemporáneo se entiende hoy en día al dibujo más como un instrumento del pensamiento que como una herramienta para la contemplación estética. Buenos ejemplos de eso podrían ser los pizarrones del sumamente influyente Joseph Beuys o algunos dibujos de Francis Alÿs, como el realizado con una línea verde durante un recorrido de las calles de Jerusalem. Sin embargo, una importante característica del dibujo renacentista -y quizá una de las razones por las que aún hoy los dibujos de este período nos maravillan- probablemente sea su fuerte vínculo con la pintura en cuanto a términos estéticos y metodológicos. Este valor se continúa apreciando, sin por ello dejar de lado el énfasis en las ideas y la investigación científica, filosófica, etc. que puede haber surgido más actualmente alrededor del dibujo.

 

[Image- Francis Alÿs, The Green Line, Jerusalem (2004) copy

Francis Alÿs, La Linea Verde, Jerusalem (2004).

 

Hoy en día, cuando pensamos en dibujo generalmente nos referimos a él en términos de línea y trazo, pero los artistas del renacimiento se le aproximaban bajo muchas diversas cualidades. En el renacimiento se trabajaba el dibujo como una forma de "pintura simplificada"; entintaban sus papeles o soportes y usaban tintas de distintos tonos que aplicaban con pinceles y plumillas para hacer trazos y volúmenes. Sobre estos trazos acentuaban después contornos, luces y sombras con carboncillos o tizas, entre otros elementos. Todo esto lo trabajaban, no a manera de técnicas separadas, sino como medios de un mismo sistema. De esta forma lograban los resultados que continuamos admirando aún hoy en día.

 

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Leonardo da Vinci, La Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan el Bautista, c. 1499–1500 o c. 1506–8, carboncillo, tiza negra y blanca sobre papel entintado, montado sobre lienzo, 141.5 cm × 104.6 cm.

 

Esta forma de pensar el dibujo hacía que los dibujantes del renacimiento consideraran que el color blanco que tenía el papel u otros sustratos no era útil para el dibujo artístico, ya que no funciona bien para hacer medias sombras, ni para generar una sensación atmosférica. Como consecuencia, entonaban sus papeles o soportes con medios tonos, para así poder conseguir fácilmente lo antes mencionado y después poder exaltar luces, brillos, sombras y sombras profundas en menos pasos y con menor esfuerzo que partiendo de un soporte blanco. Así lograban destacar fácilmente la figura del fondo y conseguir de esta forma mayor dramatismo lumínico.

Un medio tono bien escogido agiliza dramáticamente el proceso de dibujo y garantiza un buen resultado. La forma tradicional de escoger el medio tono es:

  1. Identificar los valores de luz mas altos y los valores de sombra mas obscuros que deseamos utilizar en nuestro dibujo. ¿Qué atmósfera nos gustaría para aquello que deseamos dibujar? ¿Es un ambiente obscuro? ¿Es un ambiente luminoso? ¿Es un ambiente obscuro pero con luces altas? ¿Un ambiente luminoso pero sin altos contrastes?
  2. Con esos parámetros en mente podemos escoger un valor tonal intermedio, ya sea éste un gris o una sombra.
  3. Una vez determinado esto, sabremos elegir qué color deseamos para nuestra atmósfera. Deben tener congruencia con el valor tonal correspondiente, ya sea sombra (grises obscuros, pardos, azules profundos, verdes profundos, morados obscuros, óxidos obscuros, etc.) o tonos agrisados (ocres, óxidos luminosos, tierras, sienas, etc.)

Los materiales utilizados para entonar un papel pueden ser acuarelas, caseína, solución de acuarelas, pigmentos o tintas; en la antigüedad fueron también utilizadas tinturas extraídas de maderas y de algunos crustáceos, entre otros materiales.

 

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Leonardo da Vinci, dibujo preparatorio para: La Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan el Bautista.

 

Para terminar mencionaré brevemente otros elementos técnicos que -a parte del uso del papel entonado- eran utilizados en el dibujo renacentista.

  • Medias sombras: varios dibujantes renacentistas solían aplicarlas con pincel, a manera de aguadas previas, para trabajar posteriormente sobre estas sombras con carboncillos, plumillas o tizas. Es ésta quizá una de las mayores diferencias entre la forma de dibujo durante el Renacimiento y la forma de dibujo contemporánea, y es una técnica que da resultados impactantes. Para aplicarla exitosamente es necesario considerar que el color del medio tono determina la atmósfera de nuestro dibujo, por lo que los valores de medias sombras que se utilicen deberían ser congruentes en términos de temperatura y agrisamiento con el medio tono del papel. Siguiendo estos lineamientos se logra contundentemente el efecto lumínico.
  • Acentos de sombra: colocados por lo general con carboncillos o tintas con plumilla o pincel.
  • Luces: puestas con tizas blancas valoradas. De la misma forma que preferían entonar sus papeles, los maestros renacentistas usaban blancos agrisados y entonados para acentuar sus luces; rara vez utilizaban blanco puro, y si lo hacían era sólo para altos brillos.

En otra publicación ahondaré mucho más en estos temas, ya que considero que estos son bastos en sí mismos e implicarían profundizar en la teoría del color con mayor detalle.

 

Hombre de Vitruvio,

Leonardo da Vinci, Hombre Vitruvio, 1487, dibujo a la tinta, 34,4 cm × 25,5 cm.