La evolución de la pintura de Mark Rothko
Mark Rothko, nacido Markus Yakovlevich Rotkovich (1903 – 1970), fue un pintor Estadounidense nacido en Rusia y de ascendencia judía. Pese a que el propio Rothko se negó a considerarse como parte de cualquier movimiento, es generalmente identificado como parte del movimiento expresionista abstracto, en conjunto con pintores como Jackson Pollock y Willem de Kooning.
Rothko nació en una familia judía considerablemente secular; fue educado por su padre marxista con mucho mayor énfasis en filosofía y política que en religión. Cuando Rothko tenía diez años, su familia migró -al igual que muchas familias rusas judías- a los Estados Unidos, debido a problemáticas que surgieron en Europa conforme se aproximaba la primera guerra mundial.
Diferencias entre la pintura de Mark Rothko y la pintura de Jackson Pollock
Como ya se mencionó, Mark Rothko es considerado por muchos como parte del movimiento expresionista abstracto, movimiento del cual Jackson Pollock y él son quizá los pintores más reconocidos. Sin embargo, si comparamos la pintura de Pollock con la de Rothko y con la de otros tantos expresionistas abstractos, exceptuando el hecho de que ambas son abstractas, encontraremos escasas similitudes. Por un lado, la pintura de Mark Rothko es más bien estática, mientras que Pollock buscaba abstraer en su pintura por efecto de registrar la pura actividad misma. Por otro lado, Mark Rothko no produce gestualidad ni sensación de movimiento en sus pinturas. Sus obras son estables, no gestuales, y apuntan más al uso del color y a producir una experiencia por sí mismas, en lugar de apelar a la experiencia que surge del gesto y la línea.
Esta obvia diferencia que podemos ver entre la obra de estos dos pintores, no sólo es pertinente en cuanto a la comparación de sus respectivos cuerpos de trabajo, sino que también es perceptible al observar la obra de mucho otros expresionistas abstractos. Así se explica por qué la crítica ha dividido tradicionalmente el movimiento expresionista abstracto en dos grandes géneros: action painting (pintura de acción), de la cual Pollock es el más importante exponente y color field painting (pintura de campos de color), que tiene a Rothko como su exponente más reconocido.
Las primeras obras de Mark Rothko
Para entender la obra de Rothko, es conveniente analizarla desde sus principios. Cuando vemos la obra temprana de Rothko, como su serie de estaciones de metro, podemos ver cierto énfasis en una composición reticular que asemeja las composiciones características que realizaría años después en sus obras más famosas. También podemos ver cómo, pese a que sí hay distintos elementos figurativos en estos cuadros, muchas veces no poseen detalles, sino que sus elementos funcionan más bien como planos de color.
En sus pinturas posteriores, Mark Rothko se interesó profundamente en la pintura surrealista y el psicoanálisis, particularmente en el análisis de los sueños a la manera de Carl Jung y la teorías que éste formuló sobre el inconsciente colectivo y la lectura de arquetipos. Este interés lo acompañaría a lo largo de su carrera. Sin embargo, su forma de aproximarse a los temas de su interés se iría transformando con el paso del tiempo, lo cual es visible en sus distintas series pictóricas.
Lo que en un principio comenzó como arquetipos y símbolos figurativos, fácilmente legibles de forma racional, posteriormente se convirtió sobre sus lienzos en puro color y forma. Rothko buscaba que sus lienzos apelaran directamente al inconsciente colectivo y que evocaran emociones profundas. Consideraba que la reacción del público ante sus lienzos era un claro reflejo de su acierto al transmitir estas evocaciones inconscientes en sus telas. Lo interesante de esto es que lograrlo implicó que, en cierto sentido, abandonara la literalidad del arquetipo y optara por la abstracción pura.
Su incursión de la abstracción
En el período temporal posterior a 1947, Rothko comenzó a desplazarse poco a poco de la figuración a la abstracción. Estos años no sólo fueron sumamente importantes para su pintura, sino que también lo fueron para el movimiento expresionista abstracto en general. En el año 1947, Pollock abandonó los pinceles y recostó su lienzo sobre el piso, para comenzar a realizar sus famosos drippings.
Casi simultáneamente, ambos pintores abandonaron los títulos provocativos y comenzaron a nombrar sus pinturas con títulos numéricos simples, quizá remitiéndose a las composiciones musicales, que en ocasiones suelen nombrarse de esta misma forma. Es en esta época que la pintura del movimiento expresionista abstracto adquiriría un carácter formal específico, profundamente diferenciado de los movimientos que le antecedieran, como el surrealismo y el cubismo.
La obra madura de Mark Rothko
A partir de finales de los cuarentas, la obra de Rothko adquirió poco a poco un formato vertical. Esto llama la atención debido al uso que en la tradición de pintura europea se dio siempre al formato vertical. Este formato fue principalmente utilizado para realizar pintura de retrato, ya que el cuerpo humano posee en sí una orientación vertical, de la misma manera que el paisaje se extiende de manera horizontal.
Este cambio en la pintura de Rothko es llamativo debido a que el gran formato que sus pinturas adquirieran con el paso del tiempo, sumado a la orientación espacial de las mismas, nos obliga como espectadores a relacionarnos con su obra de forma física y no sólo visual. El hecho de que los lienzos se extiendan en el espacio de forma similar a la que nosotros lo hacemos, produce una especie de confrontación uno a uno, de la cual surge un tipo de experiencia particular, física y ambiental, y no exclusivamente visual.
Otra característica interesante de la pintura de Rothko es su amplio uso de planos horizontales, que contrapone a su elección de lienzos verticales. La estructura compositiva de sus pinturas integra principalmente planos horizontales que asemejan a las líneas acostadas de paisajes vistos a través de una ventana. En cierto sentido, estas líneas son reminiscentes de su obra temprana, específicamente de sus series de estaciones de metro. Son una mirada diferente de las mismas ideas; en lugar de ser imágenes de la estación, son imágenes difusas y abstractas de aquello que se ve cuando el metro va en movimiento.
La simpleza compositiva que producen estas líneas horizontales en la obra de Rothko es contrapunteada con la complejidad de su tratamiento en el color, el cual generalmente es logrado sobreponiendo varias veladuras de materiales distintos, unas sobre otras, para producir gran vibración entre las transparencias e impastos yuxtapuestos. Si bien en alguna época se pensó que Rothko empleaba exclusivamente óleo sobre sus telas, estudios recientes han demostrado que utilizaba una gran cantidad de materiales diversos. Se han encontrado rastros de huevo en algunos de sus cuadros, lo cual implica que utilizaba temple en conjunto con óleo, a la manera de los maestros del pasado; también se encontraron vestigios de cera, lo que nos dice que hacía uso de barnicetas y barnices de cera. Finalmente se hallaron también residuos de resinas y gomas, lo que nos habla de su uso de barnices.
Todos estos materiales nos permiten deducir que sus cuadros, contrario a lo que se dijo en otros tiempos, poseen una gran riqueza técnica. Cualquiera que haya experimentado en vivo algunas de sus pinturas icónicas tendrá la capacidad de verificar esta riqueza en los resultados ópticos y sensoriales de su obra.
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