Consejos prácticos sobre cómo pintar paisajes
Saber cómo pintar paisajes implica haber analizado el color, el dibujo y los materiales de pintura. Tradicionalmente el paisaje comprende escenarios de la naturaleza, ya sea que incluya vegetación, montañas, lagos, mares o ríos, entre otras cosas. Puede también incluir ciudades y poblados, o elementos de los mismos. Incluso puede situarse completamente en el centro de una población.
En muchos sentidos, la pintura de paisaje es una actividad artesanal y, en otros muchos, es una actividad intelectual. En este tipo de pintura están implícitos muchos aspectos culturales, ideológicos, estilísticos, narrativos, e incluso filosóficos y conceptuales. Sin embargo, los aspectos intelectuales de la pintura de paisaje no sólo se limitan a los mencionados. En realidad, el mismo acto de pintar paisaje es una actividad intelectualmente compleja. Pintar un muy buen paisaje requiere un profundo análisis del aspecto óptico de lo que implica ver un paisaje. Hace falta reflexionar sobre cómo actúa la luz físicamente sobre éste y pensar cómo emplear los materiales de pintura para representarlo.
¿Cómo pintar paisajes? La tradición pictórica
Hay varias formas específicas de representar la pintura de paisaje, según cada tradición pictórica. En occidente, el paisaje se produce generalmente en formatos "apaisajados" horizontales. Por lo general, muestran el cielo y contienen una línea de horizonte. Normalmente se retrata el clima como parte integral del paisaje, siendo éste un elemento más de las fuerzas de la naturaleza.
Sin embargo, existen otras tradiciones en las que el paisaje es abordado de forma distinta, como en la pintura china, por ejemplo. Para los chinos existen muchos otros formatos en los que se aborda el paisaje, a parte de los horizontales. Y no sólo eso, pues las propias vistas de los paisajes pueden variar en la representación, independientemente del formato. Algunos de sus paisajes son sintéticos, otros complejos e intrincados, y la forma en que se leen varía tradicionalmente según cada formato.
La representación del paisaje en oriente y occidente
La manera de abordar la representación del paisaje de los artistas occidentales y orientales es distinta. Los artistas occidentales apostaron durante siglos por la mimesis fiel y figurativa a la hora de representar paisajes. En el romanticismo, los pintores sumaron la expresión de su estado anímico empleando este género de pintura. También hicieron uso de éste para hablar de temas filosóficos, particularmente para reflexionar sobre el hombre en relación con la grandeza de la naturaleza.
Los pintores orientales, por otra parte, se interesaban más en atrapar la esencia del paisaje o en usar el paisaje como pretexto para hablar de la psique. Algunos pintores influenciados por el taoismo contemplaban paisajes por largas temporadas, los caminaban y vivían, hasta que -en determinado momento- los pintaban. Estas pinturas eran muchas veces realizadas de memoria, según lo que había sido observado durante períodos largos de tiempo, intentando transmitir su esencia y no su aspecto superficial.
¿Qué observamos cuando vemos un paisaje?
La complejidad de la pintura de paisaje no sólo es cultural o filosófica. En términos prácticos, la pintura de paisaje posee un alto grado de dificultad. No sólo basta con producir la sensación de distancia dentro del paisaje, también es necesario manifestar el clima y la temperatura del ambiente mediante el color. A esto se suman los problemas comunes de la pintura figurativa, el claroscuro, el uso del color, el uso del material y la paleta, entre otros detalles.
Para resolver algunos de estos problemas que nos presenta la pintura de paisaje, debemos cuestionarnos qué vemos cuando vemos un paisaje. Hace falta preguntarse qué ven nuestros ojos cuando ven un paisaje y cómo entra en ellos la luz al ver un paisaje. ¿Cómo viaja la luz físicamente dentro del paisaje? ¿Qué elementos componen un paisaje?, y así sucesivamente.
Elementos que componen un paisaje
Como se mencionó al principio, un paisaje se conforma generalmente por árboles, montañas, lagos, mares, ríos, etcétera. Sin embargo, hay un elemento que juega un papel esencial en la forma en la que vemos un paisaje y que no viene tan fácilmente a nuestra mente. Este elemento es la atmósfera. Está constituida por gases, partículas de polvo, humedad, sequedad y todo lo hallado alrededor de cualquier elemento sólido de un paisaje.
Cuando vemos un paisaje, la atmósfera actúa como un filtro enorme entre cada objeto en el paisaje y nosotros. Esta puede ser sumamente densa en lugares con mucha humedad o contaminación, o muy delgada y casi invisible, como desiertos o regiones muy altas, como Tíbet.
La atmósfera interactúa con el paisaje de dos formas:
- 1. Interfiriendo en el tránsito de la luz entre los objetos y nuestros ojos.
- 2. Enfriándose o calentándose, tiñéndose visiblemente de color, y con ello tiñendo el paisaje.
La atmósfera como filtro
Para entender cómo interactúa la atmósfera con el paisaje, conviene pensarla en términos no pictóricos. La atmósfera es una capa densa de gases que impide (o permite) el paso de la luz desde los objetos hasta nuestros ojos.
En primer lugar, la luz golpea en un objeto. Esta luego atraviesa cierta distancia atmosférica con determinada densidad de gases, hasta finalmente llegar a nuestros ojos. Si la distancia que recorre la luz es muy larga, entonces deberá traspasar mayor cantidad de atmósfera. En cambio, si la distancia que debe cruzar la luz es corta, entonces atravesará una menor cantidad de atmósfera. Ahora, si la atmósfera es muy densa, será poca la luz que llegará a nuestros ojos. Por otro lado, si la atmósfera es poco densa, la cantidad de luz que llegará será alta.
Esto implica que en lugares con poca densidad atmosférica, el color será vibrante y no habrá grandes variaciones tonales asociadas con la distancia. Por otra parte, en lugares con atmósfera muy densa, con mucha humedad o en distancias amplias, habrá una amplia variación tonal asociada con la atmósfera.
Entonces, la cantidad de luz que llegue a nuestros ojos desde un objeto será menor, si la misma atraviesa una atmósfera muy densa. Ya sea por densidad acumulada por la distancia, o por densidad en la atmósfera de un lugar específico.
Implicaciones al ver y al pintar
Para volver visibles las implicaciones que esto tiene en la forma en que vemos un paisaje, pondremos ejemplos visuales. Lo que ocurre es que a mayor atmósfera entre un objeto y nosotros, menos luz llega a nuestros ojos. Las implicaciones que esto tiene es que entonces los colores que vemos a la distancia son más fríos, porque literalmente llega menos luz (y así, menos calor) a nuestros ojos.
Aclaración: Naturalmente, la explicación científica de por qué el color cambia en la distancia es más compleja de lo que describiremos. Por practicidad nos enfocaremos en sólo tocar el tema de forma que sea comprensible y útil para pintar.
En el primer paisaje, vemos una distancia amplia en la que el color verde del follaje cambia poco a poco de temperatura. Primero el verde amarillento se vuelve verde azulado, para finalmente volverse completamente azules. Al mismo tiempo, vemos cómo estos colores se van agrisando o se cortan, perdiendo brillantez; blanqueandose, volviéndose lechosos.
En el segundo paisaje vemos una distancia mucho menor, pero con un efecto similar. En este ejemplo podemos asumir que la densidad de la atmósfera es mayor y que al parecer hay una gran cantidad de humedad en ese sitio. Esto hace que los colores del lugar a los pocos metros se acarminen y amoraten, lográndose un efecto similar al de la imagen previa en un espacio reducido.
El hecho de que el color cambie debido a la atmósfera en espacios físicos de diferentes amplitudes, produce una sensación diferente en la imagen. Nos remite a un clima distinto y a una circunstancia diferente, que nuestro inconsciente reconoce y que puede ser aprovechada en la pintura.
Hay muchos paisajes en los que esto puede ser experimentado fácilmente. Las dos imágenes las elegimos por lo fácil que es percibir en ellas esta circunstancia. Sin embargo, puede reconocerse en todo tipo de paisajes.
¿Cómo se traduce esto a pintura?
Hay muchos pintores que han analizado, descubierto, redescubierto y empleado estos conocimientos en sus pinturas. Los pintores impresionistas, fueron grandes estudiosos del color, la luz y el paisaje. Tuvieron el privilegio de trabajar en una época en que coexistían la teoría científica del color y los conocimientos de la pintura antigua.
No obstante, este tipo de observaciones fue realizada por artistas de épocas anteriores, incluso de épocas medievales. Ya se había reflexionado sobre cómo los elementos de la naturaleza interactúan entre sí con la atmósfera. Transformando el matiz de su colorido, la definición de sus formas, sus tonalidades de gris y la blancura que se puede percibir en ellos. Este conocimiento ha sido una herramienta de la que han sacado provecho grandes pintores de muchas épocas. Aunque es cierto que dominarlo puede implicar un alto grado de dificultad, es un magnifica adición a la paleta de recursos de un pintor.
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