Lucian Freud: sus autorretratos, retratos, pintura de desnudos y la evolución de su obra
Lucian Freud fue uno de los grandes pintores de retratos y autoretratos del siglo XX. Se pintó a sí mismo obsesivamente. Como ocurre con Rembrandt, Van Gogh o Schiele, los autorretratos de Freud forman una de las autobiografías visuales más completas de cualquier pintor, lo que permite comprender mejor la introspección y el impulso implacable que alimentó al artista.
Lucian Freud, famoso por sus observaciones inquebrantables de la anatomía y la psicología, hizo que hasta las personas hermosas (incluida Kate Moss) se vieran desfiguradas. Lucian Freud, uno de los retratistas más célebres de finales del siglo XX, pintó solo a los más cercanos a él: amigos y familiares, esposas y amantes, y, por supuesto a sí mismo. Su perspicaz serie de autorretratos abarcó más de seis décadas. La intensidad psíquica de sus retratos y sus notoriamente largas sesiones con sus modelos han sido comparadas con la práctica psicoanalítica de su famoso abuelo, Sigmund Freud.
Desarrollo como artista
Lucian Freud era un miembro clave de la llamada Escuela de Londres, un grupo de artistas dedicados al realismo figurativo, considerados un tanto reaccionarios en aquella época porque no seguían las mismas tendencias de los movimientos vanguardistas del momento, como el minimalismo, el pop y distintas vertientes de arte conceptual. E inclusive entre los mismos pintores, comparado con David Hockney o con Francis Bacon, sus contemporáneos, podríamos decir que Lucian Freud es estilísticamente convencional.
Freud le debe mucho a los expresionistas de principios del siglo XX y a aquellos que inspiraron a los expresionistas. Sus pronunciados trazos expresivos recuerdan en ciertas cosas a Egon Schiele y Edvard Munch, y la perspectiva inclinada y las representaciones antropomorfas de sillas, zapatos y otros objetos inanimados recuerdan a Vincent van Gogh. Probablemente por defecto, la intensidad psicológica de sus retratos fue el resultado de las muchas horas pasadas con sus modelos, práctica que podría compararse con la práctica psicoanalítica de su famoso abuelo, Sigmund Freud.
Inicios de su carrera artística
Al comienzo de su carrera, Freud se ganó la reputación de dibujar, pero pronto comenzó a pintar, inicialmente con resultados mixtos. Una pintura temprana, Paisaje con pájaros (1940), se hizo con pinturas de esmalte porque había oído que Picasso usaba el mismo material. La pintura de Freud se cuajó, pero lo llevó a comentar: "Aprender a pintar es literalmente aprender a usar pintura".
Pasando al óleo, Lucian Freud, como joven pintor, se sentaba en el caballete y pintaba, wet on wet, usando pequeños pinceles de marta, creando lo que el crítico John Berger llamó "un naturalismo minucioso". Desde la década de 1950 comenzó a trabajar en los retratos, pintura de desnudos, hasta la casi completa exclusión de todo lo demás.
Durante este período, principalmente interesado en el dibujo de rostros, su estilo se basó en algunas experimentaciones con el surrealismo. También se basó en el neo-romanticismo, pero pronto estableció una identidad distintiva reflejada en sus obras de arte realistas. Estaba muy influenciado por el grupo de la Escuela de Arte Slade al que pertenecía, particularmente por William Roberts y Stanley Spencer, cuyo uso del cubismo plano y las distorsiones son evidentes en el trabajo inicial de Lucian Freud. Dos años pasados en Grecia y Francia influenciaron también su desarrollo artístico.
El pintor de retratos más grande
Hoy en día su magistral y característico uso del impasto en retratos y pintura de desnudos, entre otros aspectos de su pintura, hace que muchos lo consideren como uno de los mejores pintores figurativos del siglo XX.
David Hockney, Francis Bacon, Kate Moss y la reina de Inglaterra se encontraban entre sus conocidos, mismos que a la vez fungieron en cierto momento cómo sus modelos. Al crear pinturas autobiográficas a través de sus personajes, Lucian Freud en realidad contaba una historia acerca de sí mismo.
Lucian Freud no siempre utilizó impastos
Al inicio de su carrera pictórica Lucian Freud intentaba obsesivamente capturar cada detalle de aquello que retrataba. Realizaba pinturas planas y sin textura que le aportaron considerables reconocimientos. Sin embargo, su enfoque específico en la técnica que usaba, a menudo era una fuente de frustración para el. Debido a estas complicaciones, en cierto momento de su carrera temprana decidió dejar de pintar de esa forma y cambiar a un estilo mucho más empastado.
El principal problema de su forma de pintar delgada y fluida, radicaba en no poder trabajar sus obras de manera vertical porque escurrían. Intentó pintar con pintura menos fluida pero se enfrentó a otro problema. El tipo de pinceles que utilizaba no le permitían pintar cómodamente con pintura densa puesto que el pelo se apelmazaba y el pincel se volvía inservible.
En una búsqueda constante por la solución de este problema, Freud finalmente descubrió alrededor de 1950 los pinceles de pelo de cerdo, que por la dureza de sus cerdas han sido usados por siglos para la pintura de impasto. Estos pinceles le permitieron aplicar pintura de forma más amplia y rápida, y lo más importante, pararse mientras pintaba. Eso significó un gran cambio en la técnica y, en consecuencia, se reflejó en trazos más libres y en más capas de pintura.
Sin embargo, así como para él estos pinceles fueron un valioso descubrimiento, también implicaron que su estilo cambiara radicalmente. Los críticos que en un momento había alabado su pintura delgada, ahora le reprochaba su pintura gruesa y texturizada. Los críticos y el mercado le dieron la espalda y durante varios años pasó completamente desapercibido como artista.
Encuentro de Lucian Freud con el blanco de Cremnitz
Mientras trabajaba como profesor visitante en la Escuela de Arte Slade, le presentaron el óleo blanco de Cremnitz, que es un blanco hecho a base de carbonato básico de plomo. Lucian Freud decidió probar este óleo para pintar y se dio cuenta que era particularmente bueno para pintar tonos de piel. Con el paso de los años los blancos de plomo se convirtieron en un pilar de su paleta puesto que se dió cuenta que ningún otro pigmento blanco producía los mismos resultados que el blanco de plomo.
El blanco de plomo tiene la particularidad de refractar la luz de manera distinta a otros blancos. Con ciertos golpes de luz parece un blanco perlado, debido a que es muy refractante. Esta característica le da a los lienzos que se pintan con él una luminosidad muy distinta a la que otros blancos permiten.
Es en este período que las pinceladas de Freud se vuelven cada vez más contundentes, y el volumen de pintura en el lienzo aumenta, realzando contornos de la piel o el cabello. En el retrato del artista Frank Auerbach (1975-6), su potente frente domina el lienzo. Los dos hombres habían sido amigos desde mediados de la década de 1950. Fue al hacer este retrato que Freud comenzó a usar el blanco de Cremnitz, el cual por su consistencia rígida también le sirvió para replicar la textura de la carne. La afición de Freud por este pigmento fue tan grande, que más tarde, cuando la UE estaba a punto de prohibirlo, Lucian Freud compró casi todas las provisiones del mismo en el Reino Unido.
Evolución de su obra: Pintura de desnudos y autorretratos
Pintura de desnudos
Al mismo tiempo, durante la década de 1950, comenzó a explorar las pinturas de desnudos, las cuales fueron muy criticadas, ya que a menudo eran desnudos detallados poco halagüeños. Este cambio de tema coincidió con sus innovaciones técnicas. Chica con un perro blanco (1951-52), es un buen ejemplo de su período de transición, que muestra las características de sus trabajos anteriores y anuncia los futuros.
Chica con un perro blanco se creó con un pincel de marta, que usaba para aplicar la pintura con precisión lineal, casi como un dibujo. El sombreado sutil evoca una gran cantidad de texturas que irradian suavidad, calidez y la ausencia de tensión inmediata. La bata se ha deslizado del hombro de la modelo, exponiendo su seno derecho. La mirada ausente de la mujer, el perro, los colores apagados y los contornos débiles le dan a esta composición una llanura general.
La modelo es Kitty Garman, la primera esposa de Freud, y una belleza notable cuyo padre fue el artista Jacob Epstein. El perro fue uno de los dos bull terriers que recibieron como regalo de bodas.
Retratos de mascotas y sus dueños
Usando ampliamente a los animales en sus composiciones, Lucia Freud a menudo realizó retratos de mascotas con sus dueños, como Eli y David (2005-06) y Doble retrato (1985-86). Pero como apasionado jinete particularmente fascinado con los caballos, creó piezas como Gray Gelding (2003), Skewbald Mare (2004) y Mare Eating Hay (2006), donde representó a sus animales favoritos. Diferentes de su tema habitual fueron sus imágenes de plantas, enormes pilas de trapos de lino utilizados para la limpieza de pinceles y varios retratos con las vistas de los tejados de Londres.
En Eli y David, Freud representa una escena bastante casual: un perro que descansa en el regazo de un hombre con el torso desnudo y pantalones. En esta obra, la paleta del artista tiene tonos decididamente contrastantes, con grises casi neutros que dividen vibrantes tonos amarillo-rosa y marrón rojizo. Los umbers se asientan inquietantemente en las sombras más profundas de la cara, las manos y las piernas del perro. Aparte, podemos ver trozos de pintura incrustada arrastrados y depositados por sus golpes de disección en la representación de la piel, generando diversas texturas.
Autoretratos importantes
Los autoretratos de Freud, el tema al que volvió una y otra vez a lo largo del tiempo, revelan las características más evidentes de sus condiciones psicológicas.
Entre sus primeros autoretratos figuran Hombre con una pluma (1943 y Habitación en Paddington (1951). Hombre con una pluma es una pintura con influencia surrealista en la que Freud se representa a sí mismo sosteniendo una pluma. En el suelo, detrás de él, hay varias formas misteriosas, y en el fondo vemos figuras sombrías de un pájaro de pico y un hombre con un sombrero. Freud no reveló nunca lo que representaban.
En 1951, su obra Habitación en Paddington (1951) ganó un premio del Consejo de las Artes en el Festival de Gran Bretaña.
Sus autoretratos en un estilo más maduro
La obra Reflexión (1985), es uno de sus autoretratos más interesantes y representativos de su estilo. En un completo contraste con la habitual desnudez explícita de sus retratos, solo se ven los hombros descubiertos. Se autorretrata en una postura abiertamente autoconsciente, desafiando al espectador con una mirada directa. Esta obra evidencia sus opulentos golpes de pincel, la expresividad en el tratamiento facial y el equilibrio magistral de la luz y la sombra. Freud admitió que el autorretrato era el desafío más importante para él. En sus autoretratos solía enfatizar la buena apariencia de la que se sentía inmensamente orgulloso.
Un autorretrato que también es un maravilloso retrato de una planta es la obra Interior con planta, escucha de reflexión (autorretrato), 1968. Una planta araña domina el primer plano y detrás un espejo refleja al pintor que aparece con una mano sobre su oreja. El pintor parece estar desnudo, al mismo tiempo que parece ser una extensión de la hoja.
Por el contrario, Autorretrato, Reflexión (2002), es una pintura tranquila y reflexiva del artista ya siendo un anciano. Freud lleva una chaqueta, pero sin camisa. Se agarra a su bufanda como si fuera una soga alrededor de su cuello. Lo que es notable es la forma en que ha representado su cabeza usando empaste, acumulando capas de óleo hasta que parece desaparecer en la pared de pintura detrás de él.
Las pinceladas de Lucian Freud
A través del uso de la textura, la pincelada y el color, Lucian Freud es capaz de retratar a sus modelos de una manera realista pero pintoresca. Uno de sus más elaborados retratos, Chica con los ojos cerrados, es representativa de su estilo y es un gran ejemplo de cómo usar el color y la pincelada para realzar una pintura.
Freud es conocido por su uso de la textura y el pincel para ayudar a crear movimiento y una escena dinámica. A pesar de que la mujer está acostada allí con los ojos cerrados, no parece estática. La pincelada giratoria y su capacidad para trabajar en capas crean una dimensionalidad casi escultural en la pintura. La pincelada ayuda a mover el ojo a través de la pintura, comenzando con el resalte en el mentón y en el sentido de las agujas del reloj alrededor de la cara, hacia abajo, hacia el cuerpo. La dirección de las pinceladas en el fondo mantiene al espectador enfocado en la pintura y ayuda a mantener a la mujer como el punto focal.
Otras obras de Lucian Fred
Habitación del hotel (1954)
El hombre representado es el mismo Freud, y la mujer es Lady Caroline Hamilton Temple Blackwood, con quien se fugó en 1952 después del divorcio de su primera esposa. El trabajo refleja la ansiedad y la tensión en su relación, que ya había comenzado a desmoronarse. Este y otros retratos tempranos realizados por el artista, tienen una calidad plana y similar al dibujo. El cuerpo del artista es un agujero negro que amenaza con absorber la luz del resto de la imagen, contrastando con las demás tonalidades del cuadro. La postura de pie del artista también parece predecir un punto de inflexión en su método de trabajo, debido que este es el último retrato que realizó sentado. Una de sus obras más narrativas, ejemplifica la introspección y el desapego autobiográficos asociados con su obra posterior.
Hombre de pelo rojo en una silla (1962)
Este es uno de los primeros ejemplos del estilo maduro de Freud. Las poses no convencionales eran una de sus especialidades. El tema es convencional, pero la pose es una que rara vez se ve en los retratos occidentales tradicionales. El sujeto es Tim Behrens, un amigo y alumno de la Escuela de Arte Slade. En este punto de su carrera, Freud ya había desarrollado un estilo propio de pintura con pinceles de cerdo. Esto le permitió un mayor control y la capacidad de aplicar trazos amplios en el estilo muy empapado que se evidencia en esta obra. También es uno de los primeros ejemplos de la aparición de trapos esparcidos en pilas sueltas, un dispositivo de composición común en los retratos posteriores de Freud.
El período posterior de Lucian Freud
A fines de la década de 1980, Lucian Freud obtuvo un reconocimiento internacional, en parte debido a la gran retrospectiva de 1987 y a su nuevo representante, un comerciante de arte estadounidense llamado William Acquavella.
Cerca del final de su carrera, Freud retomó el grabado, técnica que utilizó durante su período de estudiante. Dos años más tarde, Freud hizo dos retratos de su novia más joven de cincuenta años, incluido el desnudo El pintor es sorprendido por una admiradora desnuda (2004-2005). Sus primeros trabajos fueron pintados meticulosamente, por lo que a veces se lo ha descrito como un artista realista, pero la subjetividad y la intensidad de su trabajo siempre lo han apartado de la sobria tradición caracterizada por el arte figurativo británico de la posguerra.
Como pintor emergente, Freud fue fuertemente influenciado por la disonancia disruptiva del pintor británico Francis Bacon y sus retratos del caos innato de la existencia humana. Al igual que Bacon, Freud logró convertir los cuerpos de sus modelos en un residuo pictórico, reconociblemente humano pero aún extremadamente pictórico y material.
Evolución de la pintura de desnudos de Lucian Freud
Los desnudos de Freud a veces pueden parecerse más a especímenes carnales. El artista tenía el hábito de representar los genitales masculinos y femeninos de manera prominente, con tanto enfoque en los detalles como los rostros, y con similar énfasis cromático. Sin embargo, este enfoque carnal parece suavizarse en sus últimas obras. Tal es el caso de Retrato desnudo (2004). La paciente y joven mirada de la joven, junto con su postura, sugiere la empatía del artista hacia su vulnerabilidad. Los tonos plateados bruñidos de la piel hacen de esta una de las obras más memorables de su etapa posterior.
Una de sus últimas pinturas de desnudos es inesperadamente delicada en tamaño y textura. Freud ha dejado la mayor parte de la superficie de Pequeño retrato desnudo (2005) sin pintar, pero por otro lado ha incorporado pinceladas sedosas y radiantes de color amarillo bordeados por gris pardo y marrón. El artista ha hecho palpable la impresión de extremidades extendidas reveladoramente a través de sábanas de tonos cálidos.
Otras publicaciones relacionadas al tema de este artículo:
Lucian Freud y el blanco de Plomo
Consejos para fondear cuadros con figura humana o retrato (primera parte)
Consejos para pintura figurativa en técnica de encausto