El simbolismo fue uno de los movimientos artísticos más importantes del siglo XIX. Nacido en Francia en 1886, se valió del uso de símbolos (relacionados con lo abstracto) para representar emociones y una imaginación sin límites.
El simbolismo se destacó por su contenido poético con una búsqueda interior de verdades universales como la espiritualidad, la imaginación y los sueños. En este artículo veremos la importancia, el manifiesto, obras y representantes más importantes de este movimiento.
Inicios del simbolismo
El simbolismo fue un movimiento de finales de siglo XIX cuyos artistas comunicaron ideas a través de símbolos en lugar de representar la realidad. Fue creado como una reacción a los movimientos artísticos que representaban el mundo natural de manera realista: el impresionismo, el realismo y el naturalismo.
El simbolismo surgió y fue codificado en la obra de los escritores Gustave Moreau y Jean Moréas, quienes usaron por primera vez el término “simbolismo” en 1886. Este movimiento siguió cronológicamente al impresionismo, siendo fue la antítesis del mismo ya que ponía especial atención en el significado detrás de las formas y los colores.
El simbolismo en las artes visuales tuvo su origen a principios del siglo XIX, haciendo un énfasis romanticista en la imaginación, en lugar de la razón. Para los simbolistas convencionales era más importante la vida interior que la realidad externa.
Título: Hércules y la Hidra de Lerna. Autor: Gustave Moreau. Año: 1876.Técnica: Óleo sobre lienzo. Dimensiones: 179,3 cm x 154 cm. Colección: Instituto de Arte de Chicago. EEUU. Principios del simbolismo
Los simbolistas buscaron escapar de la realidad, expresando sus sueños y visiones personales a través del color, la forma y la composición. Poseían una preferencia casi universal por trazos amplios de color no modulado y formas planas.
En el desarrollo del simbolismo, la idea de lo espiritual era muy importante y reflejaba las filosofías anti materialistas relacionadas con el misticismo. Un interés por lo oculto estaba relacionado con este concepto, al igual que representaciones de lo mórbido y lo perverso.

Título: La Muerte y las Máscaras. Autor: James Ensor. Año: 1897. Técnica: Óleo sobre lienzo. Colección: Museo Real de Bellas Artes de Lieja. Francia.
Por ejemplo en la obra La Muerte y las Máscaras (1897), James Ensor imparte cualidades realistas al cráneo de la Muerte en el centro, con su sonrisa escalofriante y también a las máscaras de la gente. La máscara se convierte en la cara y, sin embargo, sigue siendo una máscara que intenta encubrir el vacío espiritual de la burguesía y la decadencia de los tiempos.
El manifiesto simbolista
En 1886, el crítico Jean Moréas publicó “El Manifiesto Simbolista” citando a Baudelaire y sus seguidores, los poetas Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, como líderes del movimiento.
Aunque el trabajo de Moréas intentó definir un estilo literario, también ayudó a codificar un nuevo marco estético y conceptual en las artes visuales. En este arte, escribió: “las imágenes de la naturaleza, las acciones de los seres humanos, todos los fenómenos concretos no sabrían por sí mismos cómo manifestarse; éstos se presentan como la apariencia sensible destinada a representar su afinidad esotérica con las ideas primordiales".
En otras palabras, el manifiesto proclamaba que cada persona, elemento natural y objeto deberían usarse para representar un símbolo de una idea o emoción más profunda. Moréas creía que, en lugar de replicar la realidad, los artistas deberían sugerirla con símbolos; o como dice el artista Odilon Redon: "hacer visible el mundo invisible".

Título: Espíritu Protector de las Aguas. Autor: Odilon Redon. Año: 1878. Técnica: Dibujo al Carboncillo. Dimensiones: 50,8 cm x 60,96 cm. Colección: Instituto de Arte de Chicago. EEUU.
En esta obra una gran cabeza flota en lo alto sobre las olas en un mar tranquilo, contemplando un pequeño velero con ojos enormemente expresivos.
La pintura simbolista y las emociones
A pesar de que el simbolismo comenzó como un concepto literario, pronto se identificó con la obra de arte de una generación de jóvenes pintores que rechazaban las convenciones del naturalismo.
Las obras de arte simbolistas fueron creadas en su mayoría con colores no modulados, pinceladas amplias y formas planas y abstractas. Los simbolistas constituyeron un grupo variado con diferentes estilos y técnicas artísticas. Sin embargo, todos destacaron la importancia de la imaginación y las emociones sobre el realismo y el racionalismo.
En la pintura el simbolismo representó una síntesis de forma y sentimiento, de la realidad y la subjetividad interna del artista. Inspirados por el psicoanálisis, los simbolistas a menudo retrataron la vida interior de los sujetos.
En la obra de arte, Edipo y la Esfinge (1864), la mirada mutua de los sujetos sirve como símbolo de introspección, la necesidad de mirar dentro de uno mismo.

Título: Edipo y la Esfinge. Autor: Gustave Moreau. Año: 1864. Técnica: Óleo sobre lienzo. Dimensiones: 206,4 cm x 104,8 cm. Colección: Museo Metropolitano de Arte. NY. EEUU.
Las mujeres fueron los sujetos preferidos para expresar emociones. Éstas eran representadas como mujeres fatales o vírgenes caprichosas.
Un ejemplo de una obra antecedente a este movimiento, es Salomé y la Cabeza de Juan el Bautista (1670). En ella observamos las características que retomaría el simbolismo.