Leonardo da Vinci - Bust of a warrior in profile, Florence, Italy, AD 1475-80¿Alguna vez habías pensado en intentar dibujar con punta de metal?
A veces me pregunto cuantos artistas saben que es un medio como tal o que dibujar con punta de metal es algo que el mismo Leonardo Da Vinci hizo y que sigue vigente en nuestros días.
Entre quienes la conocen, por otro lado, seguro hay artistas para quienes no parece ser de lo más llamativo -al menos en primera instancia- ya que pueden pensar que resulta algo de un nivel de dificultad avanzado y, por lo mismo, quizás se le perciba como una técnica poco amigable con dibujantes principiantes o inexpertos.
Lo cierto es que hay bastante información al respecto como para resolver las dudas y hacerle justicia al medio, que ha pasado su historia entre puntos de gran atención y admiración hasta aquellos de un olvido casi total. Así pues, en esta publicación hablaremos acerca de dibujar con punta de metal, sobre la historia del medio y otros pormenores con los que quizás te sientas inspirado para incorporar esta modalidad de dibujo entre tus herramientas de trabajo.
Dibujar con punta de metal: una historia
Definición
La técnica del dibujo con punta de metal ha existido durante bastante tiempo (al menos 600 años) y los artistas de hoy continúan explorando sus posibilidades expresivas; afortunadamente no sucumbió por completo durante las vanguardias y todas sus maravillosas novedades, pero tampoco podemos decir que se trate de un método ampliamente conocido para dibujar -mucho menos, comprendido- a no ser entre los especialistas en artes gráficas.
marcas con diferentes puntas de metal (la cuchara también se utiliza para dar el efecto que se puede percibir), imagen de Anita ChowdryEn realidad, el nombre lo dice todo: es un medio que depende de un lápiz/lapicero/pluma fina de un metal blando, siendo la plata mezclada con cobre el más común, aunque el oro, el latón y el cobre puro sirven igualmente bien y son buenas alternativas.
Para su uso, se necesita también de una superficie acondicionada de una determinada manera, que generalmente se trata de papel de (cuando menos) grosor medio o panel de madera recubierto por una capa similar a la de una imprimatura de gesso. De esta manera, cuando la pluma se mueve a través del soporte texturizado, deposita minúsculas partículas de metal creando una marca.
En este sentido, quizás se deba hablar de una excepción entre las alternativas de metales que hay para dibujar con punta de metal, pues hay una con la que, de hecho, podrías pintar en todo tipo de superficie y se trata de una pluma con punta de plomo; la suavidad de dicho metal significa que este dejará una marca en cualquier superficie, incluido en el papel sin ninguna preparación previa.
Esta flexibilidad, sin embargo, tiene un precio, ya que la punta de plomo no se adhiere bien al papel sin una superficie preparada adecuadamente y, como tal, se usó menos que otras puntas de metal más duraderas hechas de metales más duros. Éstos producen una línea nítida y distintiva en una superficie de dibujo recubierta con una base ligeramente abrasiva, cualidad que frota las partículas diminutas de metal con mayor facilidad cuando se mueve la punta sobre la preparación.
Punta de metal de madera y alambres sueltos para lograr trabajar en una misma imagenHistoria
La punta de metal se utilizó en toda Europa en la década de 1400 y tuvo gran auge en el Renacimiento, aunque fue prácticamente abandonada por los artistas italianos a mediados del siglo XVI. Afortunadamente, en el norte de Europa continuó floreciendo hasta finales del siglo XVII.
Después, prácticamente desapareció en el 1700, con la excepción de su uso entre los miniaturistas, hasta que el medio fue revivido en la primera mitad del 1800 por artistas deseosos de experimentar con este método gráfico tan interesante y asociado con el florecimiento creativo del Renacimiento, ya sea en Italia, con Leonardo y Rafael, o al norte de los Alpes con maestros como Rogier van der Weyden, Hans Holbein “El Viejo” y Albrecht Dürer.
Para hablar de su utilización como tal, podemos decir que desde el Renacimiento hasta la introducción de papeles especializados manufacturados para el dibujo con punta de metal a mediados del siglo XIX, la receta más común para hacer una preparación con la abrasividad requerida era una mezcla acuosa de huesos de animales quemados y pulverizados unidos con pegamento o goma de mascar. Lo más importante de esta preparación es el componente de calcio proveniente de los huesos. Dicho calcio es en realidad el que hace que el metal pinte, ya que genera una rección química con él. Como sustituto del mismo también se empleó polvo de conchas marinas pulverizadas o cal extraida de la tierra.
Aplicación de imprimatura rosaEsto podría aplicarse con pincel sobre cualquier material en una o más capas, por lo que dibujar con punta de metal era algo que se llevó a una considerable variedad de superficies: paneles de madera de grano fino, papel y pergamino fueron los principales.
Dentro de la preparación y la aplicación podía haber variaciones, por ejemplo, una de las grandes diferencias entre los artistas italianos en el período del Renacimiento y sus colegas al norte de los Alpes a la hora de dibujar con punta de metal, fue la preferencia de los primeros por agregar pigmento a la preparación para que actuara como un tono medio entre los tonos grisáceos de la línea plateada y los reflejos del color del cuerpo blanco.
Esta combinación, y su eficacia para crear una sensación de presencia escultórica tridimensional puede ser claramente apreciada en un estudio hecho por el artista florentino Fra Filippo Lippi (que tuvo un papel sumamente importante en la carrera de Botticelli, como puedes leer en nuestra publicación “Obras de Botticelli: 20 de las pinturas que lo hicieron famoso a lo largo de su vida”) de la década de 1460, probablemente para una Virgen María mirando a su hijo en la cruz, sus manos extendidas expresivas de su dolor.
Standing woman (c. 1460–69), Fra Filippo Lippi (c. 1406–69) British Museum, LondonCon todo, la técnica sobrevivió al conservadurismo italiano fuera del país y evitó convertirse en un anacronismo en el norte de Europa porque los artistas alemanes y holandeses eran más inventivos que sus colegas italianos, y exploraron la portabilidad del medio de diversas formas. El principal de ellos fue el uso de punta de metal para hacer retratos.
Ciertamente, Leonardo Da Vinci fue uno de esos artistas italianos que notó ese mismo potencial en la técnica para ser llevada fuera del estudio, aunque él dejó de dibujar con punta de metal eventualmente para seguir en su constante exploración de medios y técnicas.
La punta de metal resurge
Joseph Meder (Escritor del “Pequeño libro de la punta de plata”, Das Buchlein vom Silberstift, 1909), Alphonse Legros, los prerrafaelitas y Joseph Stella ayudaron a revitalizar la técnica. Meder despertó el interés por esta técnica tradicional en Austria y Alemania, mientras que el artista y profesor Legros hizo lo mismo en Inglaterra.
A principios del siglo XX, Stella era uno de los pocos artistas estadounidenses que trabajaban con este método en la costa este de Estados Unidos. Stella exploró la técnica en superficies preparadas con gouache en blanco de zinc, a menudo con crayones y otros medios. Su obra en punta de plata incluye el retrato de 1921 de Marcel Duchamp.
En la costa oeste, Xavier Martínez, el artista mexicano-estadounidense que había estudiado en París en la École nationale supérieure des Beaux-Arts a fines de la década de 1890 durante el resurgimiento del interés por dibujar con punta de metal, enseñó esta técnica en el California College of the Arts desde 1909 hasta finales de la década de 1930. Posteriormente Jasper Johns también experimentó con el medio.