Remedios Varo, Alegoría del Invierno, 1948.En esta publicación sobre pintoras surrealistas encabezadas por la mismísima Remedios Varo y sus obras, queremos presentar un listado de mujeres surrealistas porque, aparte de las que ya tenemos bien identificadas, podemos decir con gran agrado que hay muchas y es más fácil indagar en sus carreras.
El surrealismo llegó como corriente en pleno siglo XX y para este momento el chauvinismo con el que se había estado manejando el mundo de las artes pictóricas llegó a niveles tan bajos que, sí se hiciera caso omiso al hecho de que los mayores compradores de arte han sido hombres que buscan verse reflejados en lo que pintan otros hombres, y se pone la mira en la diversidad creativa, esta última parecería haber tumbado la puerta de los convencionalismos irremediablemente durante el siglo pasado.
Como muestra de esto, en nuestra publicación “20 Mujeres pintoras del siglo XX” pudimos ver muchas pintoras surrealistas. Remedios Varo, ampliamente reconocida en México, también se encuentra entre ellas y, de hecho, fue quién inspiró una publicación dedicada a las pintoras surrealistas, en la cual ni siquiera repetiremos a las que ya fueron mencionadas antes, pues las que acompañan en esta ocasión a Remedios también merecen reconocimiento.
Remedios Varo y sus obras siguen dando de qué hablar, son sus ilusiones entablando diálogo con las del espectador, aunque ella misma era más bien solitaria y no gustaba hablar de sí misma. Alguna vez dijo “No deseo hablar de mi misma pues sostengo profundamente la creencia de que lo que es importante es el trabajo, no la persona”. Así que escucharemos su trabajo y el de estas grandiosas pintoras surrealistas.
Remedios varo y sus obras
Remedios Varo, Le message, 1935. Collage sobre cartón.La visionaria pintora solitaria, Remedios Varo, normalmente se retrata a sí misma sentada en un escritorio dedicada a un trabajo mágico, embarcándose en un viaje para descubrir el verdadero significado o disolviéndose por completo en el entorno que la rodea.
Como alquimista, buscadora y naturalista bien estudiada, por más oníricas que puedan parecer sus imágenes, de hecho es la realidad observada con mayor claridad; Varo pintó imágenes profundas, intuitivas y multisensoriales con la esperanza de inspirar el aprendizaje y promover un mejor equilibrio individual en un universo interconectado.
Curiosa y comprensiblemente, no fue sino hasta los últimos 13 años de la vida de la artista, después de haber huido de la Europa devastada por la guerra, encontrar su hogar en México (entre una comunidad de otros surrealistas desplazados, como Leonora Carrington, con quien forjó una amistad para toda la vida) y finalmente liberarse de las continuas limitaciones financieras que pudo pintar prolíficamente. Cada obra completada por Varo demuestra una profunda habilidad técnica y una visión extraordinaria de la naturaleza humana.
Remedios Varo, Invocación, 1963. Vinílica/cartulina.Walter Gruen escribió sobre ella en 1908:
Remedios, con los hermosos rasgos de su cara, su imponente melena de fuego con reflejos de cobre, su costumbre española de gesticular en forma muy elocuente con sus manos tan finas, su manera de retorcerse un mostacho imaginario cuando hacía bromas, su conversación fascinante e inteligentísima que sabía hacer caso omiso de la esterilidad racional, su capacidad de observación, su gran amor para toda la creación que nos rodea, una cierta coquetería femenina, su ser accesible a los inevitables homenajes del otro sexo (lo que quizá la predispuso a fungir como femme enfant y musa, figuras tan idolatradas en los círculos surrealistas), su amplitud de criterio y su generosidad, que la hicieron mantener sus amistades fielmente hasta el final de su vida, a pesar de algunos desengaños, su enorme curiosidad hacia todos los aspectos de la vida y la ciencia.
Y cómo a pesar de todo esto se pudo consumir en dudas, en terribles angustias, e intuiciones de otras dimensiones, de otras vidas cuya exploración nos está vedada y que la llevaron a un misticismo que se refleja en su obra madura y que, al final de su vida, se estaba cristalizando más, sin poder llegar a una claridad total, sin poder excluir, al mismo tiempo, aquel alud de dudas que la asaltaban.
Así me pareció la persona de Remedios, que me era imposible de captar en su totalidad.”
Remedios Varo, Homo Rodans, 1956.Gouache/cartulina.Aunque es una ferviente creyente en la interrelación de todas las cosas y personas, incluido el entretejido de sonido, luz e imagen, sus pinturas no suelen estar pobladas por múltiples figuras. En su lugar, por lo general se nos presenta a un pensador/artista aislado, un híbrido de criatura, que recuerda a San Jerónimo en su estudio o a una anciana sabia que vaga en busca de nuevos descubrimientos.
Varo sitúa repetidamente máquinas místicas en sus cuadros. Si bien en la mayoría de los casos, estos dispositivos de aspecto industrial funcionan para fabricar productos que se pueden tocar, sostener y utilizar, las estructuras de Varo están aquí para procesar lo que no podemos ver. Como nuestras emociones y vidas psicológicas son intangibles e invisibles, es útil investigarlas dentro de algún tipo de parámetros conocidos, es decir, dentro de un sistema previamente encontrado. Por lo tanto, tales aparatos, por extraños que sean, nos ayudan a comunicar lo que de otro modo serían ideas indecibles.
Remedios Varo y sus obras pueden necesitar un tiempo para contemplarse, y aunque el espacio es mejor compacto en este medio, queremos que conozcas a Remedios Varo y sus obras más a fondo, aunque sea algunas de estas, y te lleves aún más de ella contigo.
Las almas de los montes (Espíritus de la montaña), 1938
Remedios Varo, Las almas de los montes (Espíritus de la montaña), 1938.En este trabajo temprano, las montañas, representadas como delgados tubos volcánicos, se elevan desde la niebla imbuida de luz. De las dos más altas emergen cabezas de mujeres parecidas a la artista. Un velo translúcido ondea entre ellos y un penacho azotado por el viento que sale de varios otros sugiere fuerzas activas en las profundidades de estas chimeneas. Oculta por las rocas escarpadas, una de las mujeres conjura sus poderes, mientras que la otra sepultada convoca un sueño de otro mundo.
Usando fumage, una técnica surrealista desarrollada por Wolfgang Paalen que emplea la llama de una vela para dejar marcas de hollín en un lienzo recién pintado, el trabajo revela que, como una forma de limitar el propio control y así representar mejor el subconsciente, Varo disfrutó de métodos experimentales como muchas otras figuras relacionadas con el grupo surrealista.
Remedios varo y sus obras siguieron evolucionando a cada momento, nutriéndose de influencias externas que provinieron tanto de sus colegas como de su propia exploración del interior humano, más allá de los órganos que lo componen.
Insomnio, 1947
Remedios Varo, Insomnio, 1947.En una habitación vacía, dos grandes polillas de alas cristalinas revolotean entre una ventana interior oscura y una vela encendida. Pares de ojos flotantes miran al espectador desde las puertas hasta las habitaciones más vacías.
Al recordar el trabajo de René Magritte en lo plano, la pintura no es típica del estilo inmersivo y de múltiples capas de Varo que desarrolla aún más a lo largo de la década de 1950. Por lo tanto, tiene sentido que la compañía farmacéutica Bayer encargara la pintura para anunciar pastillas para dormir; una ilustración diseñada para evocar la descripción del texto de cómo se puede sentir el insomnio: "Sintiendo que alguien los ha estado observando, ¡abren los párpados cansados, buscando las sombras nocturnas! La ansiedad indefinida llena la soledad de las habitaciones oscuras, secas, sin calor".