En términos de estilo, la Escuela Mexicana de Pintura abarcó una amplia gama de enfoques artísticos, desde el realismo hasta el surrealismo, pasando por el muralismo y el expresionismo. Esta diversidad estilística permitió a los artistas explorar y experimentar con diferentes técnicas y formas de expresión mientras mantenían su compromiso con los temas nacionales.
David Alfaro Siqueiros. La Nueva Democracia. 1944. Piroxilina (pintura acrílica) sobre celotexAportaciones de la escuela mexicana de pintura a la plástica internacional
Este grupo destacó por su innovación y por revivir técnicas ancestrales, entre las cuales resalta el redescubrimiento del encausto gracias a la influencia de artistas como Diego Rivera. Esta técnica milenaria, perdida durante siglos, fue recuperada y revitalizada en el contexto artístico mexicano. El encausto, que había sido utilizado en la antigüedad por culturas como la egipcia y la griega, se convirtió en una herramienta vital para algunos artistas modernos y contemporáneos posteriores, quienes experimentaron con esta técnica, explorando sus posibilidades y adaptándola a su estilo único.
Diego Rivera. La Creación. 1922-3. Encausto sobre muroEs notable mencionar que incluso figuras de la talla de Leonardo da Vinci intentaron rescatar el encausto en épocas anteriores, sin conseguir el éxito que lograron los artistas mexicanos. Este redescubrimiento no solo enriqueció la práctica artística en México, sino que también tuvo un impacto significativo en el panorama artístico internacional, demostrando la vanguardia y la relevancia de la Escuela Mexicana de Pintura en el contexto global del arte.
El auge cultural en México captó la atención de Estados Unidos, donde varios pintores de la Escuela Mexicana fueron solicitados para enseñar sus técnicas. Al integrar la libertad de expresión característica de su arte con un profundo conocimiento técnico, estos artistas mexicanos colaboraron con colegas estadounidenses y exploraron nuevos medios y materiales.
Este intercambio dio lugar a la creación de técnicas únicas, como el uso del acrílico en aerosol y el acrílico para exteriores, que revolucionaron tanto el mundo del arte como la arquitectura. Estos materiales versátiles y duraderos no solo permitieron a los artistas expandir sus posibilidades creativas, sino que también encontraron aplicación en la decoración y la preservación de edificios, contribuyendo así al paisaje urbano contemporáneo.
Si bien la Escuela Mexicana de Pintura y el Expresionismo Abstracto tenían diferencias estilísticas y filosóficas significativas, compartían un compromiso común con la experimentación técnica y una sensibilidad hacia las preocupaciones sociales y políticas de su tiempo, elementos que surgieron de los profesores que se contrataron para enseñar en este país.
Por otro lado, la relación entre la Escuela Mexicana de Pintura y el Expresionismo Abstracto también se manifestó a través de interacciones personales entre algunos de sus principales exponentes. Uno de los vínculos más destacados fue la relación entre David Alfaro Siqueiros, uno de los líderes de la Escuela Mexicana de Pintura, y su alumno Jackson Pollock, quien más tarde se convertiría en una figura central del Expresionismo Abstracto.