La Venus de Milo (Afrodita de Melos): Esta escultura griega del siglo II a.C. representa a la diosa Afrodita (Venus en la mitología romana) y es una de las obras más famosas del arte clásico. La Venus de Milo se esculpió en mármol blanco, con detalles en dorado y pigmentos clásicos para realzar sus características. El mármol blanco simbolizaba la pureza y la belleza ideal, mientras que los pigmentos dorados utilizados en los accesorios y vestimenta de la figura añadían un toque de lujo y divinidad.
Venus de Milo en el Louvre, ParísEl Partenón de Atenas: Este templo griego dedicado a la diosa Atenea, construido en el siglo V a.C., es uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura clásica griega. El Partenón estaba decorado con esculturas policromadas y relieves, en los cuales se utilizaban pigmentos clásicos como el azul ultramarino, el ocre rojo y el blanco de plomo. Estos pigmentos se empleaban para resaltar detalles ornamentales y representar escenas mitológicas, añadiendo color y vida a la estructura.
Vista del Partenón, Atenas, GreciaConvenciones narrativas, simbólicas y políticas
En el arte griego, las convenciones de color estaban intrínsecamente ligadas a la filosofía y la mitología de la época. Las representaciones artísticas se centraban en la búsqueda de la belleza ideal y la expresión de los valores culturales y religiosos. Muchas obras griegas representaban escenas mitológicas que reflejaban las creencias religiosas y las historias épicas del panteón griego, transmitiendo valores morales y éticos a través de figuras divinas y héroes legendarios.
Los pigmentos clásicos utilizados tenían un significado simbólico profundo; por ejemplo, el blanco simbolizaba la pureza y la divinidad, mientras que el rojo representaba la pasión y el coraje. Estos colores se empleaban estratégicamente para resaltar cualidades virtuosas en las figuras representadas. Además, la filosofía griega enfatizaba la importancia de la armonía y el equilibrio en todas las áreas de la vida, incluyendo el arte, por lo que las composiciones artísticas griegas se caracterizaban por su simetría y proporción, buscando alcanzar la perfección estética.
Por otro lado, en Roma, las convenciones narrativas, simbólicas y de color reflejaban el poder y la grandeza del Imperio Romano, así como su influencia en la política, la religión y la sociedad. El arte romano a menudo representaba escenas históricas y políticas que glorificaban a los emperadores y celebraban los logros del imperio, sirviendo como propaganda visual para legitimar el poder y la autoridad.
Los pigmentos clásicos utilizados, como el púrpura y el dorado, eran símbolos de riqueza, poder y estatus, reservados para las figuras de autoridad, como los emperadores y los dioses, y utilizados para destacar su grandeza y divinidad. A diferencia del idealismo griego, el arte romano se caracterizaba por su realismo y su atención al detalle, reflejando la mentalidad pragmática del imperio. Desde una perspectiva filosófica, tanto en Grecia como en Roma se valoraba el color como un medio para expresar conceptos abstractos y emociones, reflejando la perfección del universo ordenado en Grecia y la opulencia y la grandeza del imperio en Roma.
En la Grecia antigua, una de las representaciones artísticas más icónicas es el "Discóbolo" de Mirón, una escultura de bronce que captura un momento de un atleta arrojando un disco. Esta obra maestra del siglo V a.C. encapsula la búsqueda de la perfección física y la armonía en el arte griego. En ella, se utilizaban pigmentos clásicos como el blanco de mármol para resaltar la pureza del cuerpo atlético del atleta y el rojo ocre para dar dinamismo y vitalidad a la figura en movimiento. Además, se cree que se aplicaban pigmentos para crear un efecto de bronce patinado, realzando la textura y la profundidad de la escultura.
En el contexto del arte romano, el "Ara Pacis" es un ejemplo destacado de las representaciones artísticas de la época. Este altar dedicado a la paz, construido entre el 13 y el 9 a.C., presenta relieves esculpidos que celebran los logros del emperador Augusto y la estabilidad del imperio. Los pigmentos clásicos utilizados en estos relieves incluían el rojo cinabrio y el azul egipcio, que se aplicaban con maestría para resaltar los detalles y las figuras en los relieves. Además, el mármol blanco se empleaba como fondo para contrastar con los colores vibrantes, creando una sensación de solemnidad y majestuosidad en la obra.
En la antigua Roma, uno de los usos únicos de los pigmentos clásicos se encuentran en los famosos murales de Pompeya. Estas pinturas murales, que adornaban las paredes de las casas y edificios públicos en la ciudad romana destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., revelan un uso ingenioso y específico de los pigmentos.
Se descubrió que los artistas romanos empleaban una técnica conocida como "incrostación", donde incrustaban pequeñas escamas de mica (un mineral brillante) en las pinturas para imitar el brillo y el reflejo de las superficies de mármol y piedras preciosas. Estas escamas de mica se aplicaban en áreas destacadas de las pinturas, como joyas, vasijas y objetos decorativos, para crear efectos de luz y brillo que agregaban realismo y profundidad a las representaciones.