Colores que perduran: introducción a los pigmentos para pastel
Los pigmentos para pastel son el corazón de una de las técnicas artísticas más expresivas y versátiles en el mundo de la pintura. Los pasteles, conocidos por su textura suave y colores intensos, permiten a los artistas aplicar pigmentos puros directamente sobre la superficie, logrando efectos de color y luminosidad inigualables. Esta técnica se caracteriza por la aplicación de pigmentos finamente molidos mezclados con una mínima cantidad de aglutinante, formando barras o tizas que se utilizan para dibujar y pintar.
La importancia de los pigmentos para pastel radica en su capacidad para ofrecer una saturación de color excepcional y una textura que puede variar desde un trazo delicado hasta una mancha intensa. A lo largo del tiempo, la fabricación y el uso de estos pigmentos han evolucionado significativamente. Desde los pigmentos naturales utilizados en la antigüedad hasta los sintéticos desarrollados en la era moderna, la gama cromática y la estabilidad de los pasteles han mejorado, ofreciendo a los artistas una paleta más amplia y confiable.
Los pasteles permiten una aplicación inmediata y directa, sin la necesidad de pinceles o disolventes, lo que facilita una conexión íntima entre el artista y la obra. La técnica combina elementos del dibujo y la pintura, ofreciendo posibilidades creativas únicas. Los pigmentos para pastel, gracias a su pureza y brillo, son ideales para capturar la luz y el color de una manera que pocas técnicas pueden igualar.
Eugène Delacroix, “Sketch for The Death of Sardanapalus,” (ca. 1827)Trazos de historia: evolución de los pigmentos para pastel
El origen de los pasteles se remonta al Renacimiento, aunque el uso de pigmentos en polvo es mucho más antiguo. Civilizaciones como la egipcia y la griega ya empleaban pigmentos naturales para decorar paredes y objetos. Sin embargo, fue en el siglo XV cuando los artistas europeos comenzaron a experimentar con barras de pigmento seco, precursoras de los pasteles modernos.
Leonardo da Vinci fue uno de los primeros en mencionar el uso de pasteles en sus escritos, aunque la técnica ganó popularidad en el siglo XVIII. Artistas como Rosalba Carriera y Maurice Quentin de La Tour llevaron el pastel a nuevas alturas, utilizando pigmentos para pastel para crear retratos con una suavidad y realismo impresionantes. Estos artistas apreciaban la capacidad de los pasteles para mezclar colores directamente en la superficie y capturar texturas sutiles.
Durante el siglo XIX, el pastel continuó evolucionando. Edgar Degas, famoso impresionista, revolucionó la técnica al utilizar pasteles de manera experimental, combinándolos con otros medios y aplicándolos en múltiples capas. Degas valoraba los pigmentos para pastel por su versatilidad y por cómo permitían representar el movimiento y la luz de forma dinámica.
Edgar Degas, “The Star,” ca. 1876-1878La relación del pastel con otras técnicas secas, como el carboncillo y el lápiz, es estrecha. Sin embargo, los pigmentos para pastel ofrecen una intensidad de color que los distingue. A diferencia de la pintura al óleo o la acuarela, donde los pigmentos se mezclan con aglutinantes líquidos, los pasteles permiten aplicar pigmentos casi puros, lo que resulta en colores vibrantes y una textura única.
En el siglo XX, artistas como Pablo Picasso y Henri Matisse continuaron explorando las posibilidades del pastel, incorporándolo en obras que combinaban técnicas y desafiaban las convenciones artísticas. Los pigmentos para pastel se convirtieron en una herramienta esencial para la expresión artística moderna y contemporánea.
La química de los pigmentos para pastel: integración histórica de materiales
Los pigmentos para pastel han evolucionado no solo en términos de su composición química sino también en la forma en que se integran en los gises o barras utilizadas por los artistas. La combinación de pigmentos con diversos aglutinantes y cargas ha sido fundamental para obtener las características deseadas de textura, adherencia y estabilidad en los pasteles. Históricamente, materiales como la goma de tragacanto, el carbonato de calcio y la cera han desempeñado roles cruciales en la fabricación de pasteles.
Jean-Francois Millet, “Dandelions,” ca. 1867-1868Goma de tragacanto: el aglutinante tradicional
La goma de tragacanto es un polisacárido natural obtenido de la savia seca de ciertas especies de plantas del género Astragalus, originarias de Oriente Medio y Asia Menor. Desde el siglo XVIII, la goma de tragacanto ha sido el aglutinante preferido en la fabricación de pasteles secos debido a sus propiedades únicas:
- Solubilidad en agua: Permite mezclar fácilmente con pigmentos para formar una pasta manejable.
- Baja adhesividad: Proporciona suficiente cohesión para formar las barras de pastel sin hacerlas demasiado duras o pegajosas.
- Flexibilidad: Confiere a los pasteles una textura suave que facilita su aplicación y difuminado en el soporte.
La cantidad de goma de tragacanto utilizada es mínima, generalmente menos del 5% del total de la mezcla, lo que permite que los pigmentos para pastel conserven su pureza y luminosidad. Esta baja proporción de aglutinante es clave para mantener la alta concentración de pigmento y la textura polvorienta característica de los pasteles secos.
Carbonato de calcio: el relleno que aporta cuerpo
El carbonato de calcio, comúnmente conocido como tiza o creta, se ha utilizado históricamente como carga o relleno en la fabricación de pasteles. Sus funciones principales son:
- Modificación de la consistencia: Ayuda a controlar la dureza y suavidad de las barras de pastel.
- Mejora de la adherencia: Facilita que los pigmentos para pastel se adhieran al soporte al aumentar la fricción.
- Ajuste del tono: Puede aclarar los colores y aportar opacidad, permitiendo la creación de tonos pastel suaves.
El carbonato de calcio es un material inerte y abundante, lo que lo convierte en un componente económico y eficaz. Sin embargo, su uso debe ser equilibrado; cantidades excesivas pueden disminuir la intensidad del color y afectar negativamente la aplicación del pastel.
Pierre-Auguste Renoir, “Boating Couple,” ca. 1881Cera: suavidad y versatilidad en los pasteles oleosos
La introducción de cera en la fabricación de pasteles dio origen a los pasteles oleosos o cerosos. Las ceras, como la cera de abejas y la cera de parafina, se mezclan con los pigmentos y aceites no secantes (como el aceite mineral) para crear barras más firmes y resistentes que ofrecen características distintas a los pasteles secos:
- Textura suave y deslizante: Permiten trazos fluidos y aplicaciones más gruesas.
- Mayor adherencia y resistencia: Los pasteles oleosos se adhieren mejor al soporte y son menos propensos a desprenderse.
- Brillo sutil: La cera aporta un acabado ligeramente satinado que puede enriquecer la apariencia de la obra.
Históricamente, la inclusión de cera y aceites amplió las posibilidades de los artistas, permitiéndoles explorar efectos que combinan características del dibujo y la pintura al óleo. Los pigmentos para pastel integrados con cera abren un abanico de técnicas, incluyendo la superposición de capas y la creación de texturas impasto.
Otros aglutinantes y aditivos históricos
Además de la goma de tragacanto, otros aglutinantes naturales han sido utilizados en la fabricación de pasteles:
- Goma arábiga: Derivada de la savia de las acacias, ha sido empleada para unir pigmentos, aunque su mayor adhesividad puede hacer que los pasteles sean más duros.
- Cola de pescado o gelatina: Utilizadas en épocas anteriores, proporcionaban cohesión pero eran menos estables y más susceptibles a la humedad.
A lo largo de la historia, los fabricantes y artistas han experimentado con diversas formulaciones para optimizar las propiedades de los pigmentos para pastel. La elección de aglutinantes y cargas ha sido crucial para lograr el equilibrio entre la manejabilidad de las barras, la pureza del color y la adherencia al soporte.