Arte Ukiyo-e: el mundo flotante y 7 de sus exponentes
Al arte ukiyo-e se le traduce normalmente como “Imágenes del mundo flotante”, y se refiere tanto a pinturas como a xilografías propias de un cierto periodo artístico en la historia del arte japonés. Del periodo Edo, para ser más precisos, cuando el modo de vida había cambiado considerablemente al estar unificado bajo el pacífico mandato de los Shogunatos.
El arte de este periodo ciertamente tiene algo de etéreo con tan solo mirarlo, y es muy probable que tenga que ver con el hecho de que nació cuando se hacía énfasis los atributos sensuales de la vida dentro de una existencia tranquila, fuera del periodo tan largo de guerras que sostuvieron diferentes clanes del país constantemente en guerra.
Estas narrativas idílicas representaban escenas de los distritos de placer del periodo Edo; las personas y los entornos propios de las clases más altas se volvieron temas populares para los trabajos de ukiyo-e con sus luchadores de sumo, cortesanas, actores del teatro kabuki, geishas y las damas de las casas de té, guerreros y otros personajes de la literatura y el folclor de la época.
Es un repertorio bastante amplio, que demostraba la estética japonesa al hablar sobre la espiritualidad, la belleza, la naturaleza, la poesia, el amor y el sexo. De este fabuloso mundo flotante y de sus exponentes hablaremos en nuestra publicación.
Arte ukiyo-e
El arte ukiyo-e es un género de arte japonés que se volvió popular entre el siglo XVII y XIX. Los artistas pertenecientes a este movimiento produjeron pinturas y xilografías de los temas antes mencionados, aunque para las xilografías el proceso se llevaba de una manera bastante peculiar pero organizada, respetuosa de las habilidades de cada artista involucrado en su producción.
A saber, los artistas que diseñaban la obra rara vez la grababan ellos mismos en los bloques de madera para imprimirla.
De hecho, tampoco la imprimían, sino que el proceso se divida entre diferentes artistas: Estaba el que las diseñaba, el que hacía el grabado y cortaba los bloques de madera, el que se dedicaba a imprimirla -encargado de entintar y presionar los bloques de madera sobre el papel hecho a mano- y finalmente, estaba el editor como tal, quien financiaba, promovía y distribuía los trabajos.
Puede parecer innecesariamente complejo, pero la calidad de estas obras habla por si misma y, viéndolo como alguien que estudió serigrafía, concuerdo con la idea de que estos artistas se dieron cuenta de manera muy temprana que hay ciertas mezclas, gradaciones de color y efectos que no es posible lograr utilizando máquinas (aún hoy en día, en papelería fina hay efectos que sólo se pueden lograr imprimiendo a mano, por eso suelen ser trabajos más costosos).
La culminación del arte japonés
el arte ukiyo-e representó, de hecho, la fase final de una larga evolución en la pintura de género japonesa. Basándose en desarrollos anteriores que se habían centrado en figuras humanas, los pintores de ukiyo-e se centraron en actividades agradables en entornos paisajísticos, mostrados de cerca, con especial atención a los asuntos y modas contemporáneos.
A medida que los artistas fueron eligiendo temas cada vez más involucrados con los placeres de la vida de la ciudad, su interés se desplazó hacia las actividades en interiores. Así, con tal mezcla entre las manos, los temas más favorecidos de la pintura a principios del siglo XVII fueron las escenas “de alegría” en las llamadas “casas del placer”, especialmente en el notorio barrio de Yoshiwara de Edo.
También, aproximadamente en la época de la era Kanbun (1661-1672), las actrices y las seductoras cortesanas de Yoshiwara fueron seleccionadas para su representación individual, a menudo en una escala mayor de lo habitual y ataviadas con trajes opulentos.
Retratos de famosas cortesanas y actores fueron cada vez más accesibles a grandes audiencias en la forma de impresiones baratas. Tampoco es que esto fuera raro, ya que el método de reproducción artística y textos a través de la xilografía se conocía en Japón desde el siglo XVIII, momento en que, por cierto, muchos textos budistas fueron reproducidos por este método.
Ya hablando de la relación entre el arte ukiyo-e y el budismo, podemos decir que es una bastante estrecha y que va más allá de la obras de arte y textos; al combinar la palabra “uki” para tristeza y “yo” para vida, la palabra ukiyo-e originalmente reflejaba el pensamiento budista de la vida como una ilusión transitoria, que involucra la noción de una existencia cíclica o “samsara”: nacimiento, sufrimiento, muerte y renacimiento, que se ven repetidos indefinidamente hasta no alcanzar la iluminación completa o budeidad, que no es otra cosa que la liberación completa de dicho sufrimiento y por lo tanto, del ciclo de renacimiento.
Irónicamente, durante el periodo Edo, otra ideografía que significaba “flotar” similarmente pronunciada “uki” se empezó a utilizar, y el término “ukiyo” se acabó asociando con “flotar” en los placeres mundanos de la vida.
Pero el arte es el arte, y si bien todo en el arte ukiyo-e tendió más hacia estas representaciones de los placeres del Japón del periodo Edo, también hubo muchas magníficas representaciones referentes a personajes y pasajes importantes del budismo y del shinto, con todas sus deidades, demonios, fantasmas y demás personajes folclóricos e ilustres que mantenían los mismos lineamientos estéticos.
Principales rasgos del arte ukiyo-e
El estilo común es fácilmente identificable: perspectivas aéreas, detalles precisos, contornos claros, bien definidos y color plano, fomentando la antigua tradición del arte yamato-e japonés.
Adicionalmente, muchos subgéneros surgieron bajo la sombrilla artística para hacerse conocidas como sus temáticas principales. Esto incluía imágenes de bellas mujeres, imágenes eróticas (lo cual es en verdad todo un tema por si mismo que puedes explorar en nuestra publicación “Pintura y Erotismo: desde la antigüedad al siglo 21”), retratos de sujetos con grandes cabezas, obras acerca de aves y flores y rendiciones de paisajes naturales icónicos como el famosísimo Monte Fuji.
El ukiyo-e fue una de las primeras formas de arte japonés que se abrió paso hacia otros países y culturas de Europa y América cuando se abrió el comercio entre dichos países y Japón. Los rasgos de los que hablamos tuvieron realmente un gran impacto e influencia sobre algunos artistas, lo que derivó en lo llamado “japonismo”, definido por un interés en las estéticas del estilo y que acabó incluso siendo de fundamental importancia en movimiento como el Impresionismo, el Art Nouveau y el Modernismo.
Conversamente, a medida que la pintura de estilo occidental ganó popularidad en Japón durante el período Meiji (1868-1912), lo que conocemos como Nihonga, o "pintura de estilo japonés" (tenemos también una publicación de blog dedicada a esta, se llama “Nihonga e, la pintura japonesa: sus pigmentos y técnicas”), fusionó también los materiales familiares y las técnicas tradicionales de las veneradas escuelas de pintura de Japón con ideas artísticas de occidente para crear una enfoque claramente moderno de la pintura.
Hoy en día, los artistas de Nihonga continúan capturando la vida contemporánea en pigmentos minerales y pan de oro, adaptando siempre este medio dinámico.
El arte ukiyo-e a través de sus exponentes
En realidad, los que verás a continuación sólo son algunos de sus exponentes ya que el mundo del arte ukiyo-e es bastante extenso, por la cantidad de obras producidas, los artistas involucrados, los subgéneros que se crearon y demás. Sin embargo, estos son autores importantes en la consolidación de la identidad del arte ukiyo-e
Hishikawa Moronobu (1618-1694)
A diferencia de cierta creencia popular, Moronobu no fue el "fundador" del arte ukiyo-e, como supusieron algunos de los primeros académicos. Más bien, hizo una asimilación de los diseños ukiyo-e incipientes de artistas anteriores, consolidó el género y las primeras pinturas y grabados del arte ukiyo-e.
En lo que si se está de acuerdo es en que fue Moronobu quien creó la primera forma verdaderamente madura de ukiyo-e, en un estilo de gran fuerza y presencia que establecería los estándares para las generaciones de artistas que siguieron.
El dominio de la línea de Moronobu se ha citado a menudo en las evaluaciones de su obra, así como la disposición interactiva de las figuras, que parecen cumplir siempre una función dramática que no suele verse en la obra de sus predecesores. Su famoso dominio de la línea se originó en su comprensión de la caligrafía, como se muestra aquí, en su espesor variable de precisión para crear las figuras y su entorno.
También, la familia de Moronobu estaba en el negocio textil y aplicó su conocimiento en el patrón de las túnicas, así como también en su comprensión de cómo se mueve la tela en el cuerpo humano.
A medida que las mangas y túnicas de los amantes de la obra se mueven en líneas paralelas, sus tejidos y figuras comienzan a fusionarse donde se encuentran sus cuerpos. Este es un ejemplo temprano de shunga y puede haber sido el primero de una serie de 12 grabados que representan “la danza” de las relaciones sexuales, ya que como portada o parte delantera, estas obras eran más decorosas y se postulaban como una especie de preludio.
Torii Kiyonaga (1752-1815)
Artista japonés del arte ukiyo-e de la escuela Torii. Su nombre original era Sekiguchi Shinsuke, y era hijo de un librero de Edo. Tomó el nombre de Torii Kiyonaga como nombre artístico, pues aunque no estaba relacionado biológicamente con la familia Torii, se convirtió en el jefe del grupo después de la muerte de su padre adoptivo y maestro Torii Kiyomitsu.
Este famoso grabado representa a varias mujeres, desnudas o parcialmente vestidas, en diversas actividades de baño. El baño era un ritual importante en la cultura japonesa (como también lo ha sido en otras culturas alrededor del mundo, cada una con sus peculiaridades) y las escenas de las casas de baños comunales se incorporaron al tema cotidiano del arte ukiyo-e como una de las pocas que incluía el tratamiento del desnudo.
La impresión es una impresión de doble hoja, con cuatro mujeres en el lado izquierdo y cuatro en el derecho, una de las cuales está lavando a un bebé. En la parte superior central de ambos paneles, una zona de lavado está parcialmente cubierta, mostrando la parte inferior del torso de una mujer mientras se lava. A la izquierda, un pequeño panel abierto y otro, aún más pequeño encima, captura un vistazo de la zona de baño de los hombres.
Este grabado en particular fue propiedad del pintor impresionista Edgar Degas, quien fue influenciado no solo por su composición vertical y horizontal, sino por las poses de las figuras, atrapadas en una actividad ordinaria que es a la vez íntima y reveladora. Kiyonaga hizo varias variaciones de esta imagen, y esta impresión es una segunda variación, ya que la mujer de pie en la hoja de la derecha ha cambiado hacia una pose más modesta.
Kitagawa Utamaro (1753-1806)
Más de la mitad de los grabados de Utamaro, a más de ser arte ukiyo-e, eran shunga, y los historiadores del arte japoneses lo consideran el gran maestro del género.
El poema de la almohada, o "Utamakura" iba acompañado de un poema de un poeta japonés clásico, que decía: "Su pico atrapado firmemente / En la concha / La agachadiza no puede volar / De una tarde de otoño". Más que una imagen en particular, la plétora de imágenes eróticas en los grabados shunga tuvo una fuerte influencia en los artistas europeos, particularmente en Audrey Beardsley, Henri Toulouse-Lautrec (checa nuestra publicación acerca de su técnica en nuestra publicación “La técnica de pintura de Toulouse Lautrec”) y Pablo Picasso (también tenemos una publicación acerca de su vida y 20 de sus obras).
El crítico de arte y coleccionista Edmond de Goncourt describió cómo el escultor Auguste Rodin, "pide ver mi erótica japonesa, y está lleno de admiración ante las cabezas caídas de las mujeres, las líneas quebradas de sus cuellos, la extensión rígida de los brazos, las contracciones de pies, toda la realidad voluptuosa y frenética del coito, todo el entrelazamiento escultórico de cuerpos fundidos y entrelazados en el espasmo del placer".
Este tratamiento tan directo (y a decir de algunos, descarado) de los temas sexuales se trasladó -obviamente- al espíritu del arte europeo, que también ya tenía una historia propia del arte erótico como puedes notar en nuestra publicación al respecto.
Katsushika Hokusai (1760-1849)
Katsushika Hokusai es más conocido por ser el autor de la serie de grabados en madera “Treinta y seis vistas del monte Fuji”, que incluye la impresión icónica, La gran ola de Kanagawa.
La serie fue creada como parte de su propia obsesión personal con la montaña japonesa, pero también como respuesta al boom de los viajes domésticos en ese momento. La serie hizo famoso a Hokusai tanto en Japón como a nivel internacional.
¿Sabías que Hokusai también fue el primer artista en usar el término "manga"? originalmente significaba “dibujos al azar”, pero ahora se asocia más comúnmente con un estilo de cómic japonés. El artista creó Hokusai Manga en 1811, que contenía dibujos divertidos para que sus alumnos los copiaran.
Utagawa Kunisada (1786-1865)
Utagawa Kunisada fue el diseñador más popular, prolífico y comercialmente exitoso del período del arte Ukiyo-e y su producción total se estima en más de 20.000 diseños. Kunisada desarrolló continuamente su estilo, que a veces cambió radicalmente, y no se adhirió a las limitaciones estilísticas establecidas por ninguno de sus contemporáneos.
Sus temas eran, por lo general, actores del teatro kabuki, bailarines, luchadores de sumo y retratos de mujeres hermosas.
Si bien se lo considera un maestro del género y cuenta con algunas de sus impresiones clasificadas entre las mejores obras maestras del arte ukiyo-e, muchas de sus obras también han sido consideradas… bueno, simplemente mediocres. Quizás por experimentación o porque fueron producidas en masa, pero esta incoherencia entre sus obras puede ser vista en el mercado del arte con impresiones que se venden por diferentes cantidades de dinero.
Utagawa Kuniyoshi (1798-1861)
Kuniyoshi combinó historia tradicional con el conocimiento moderno de la anatomía. Así, su precisión, derivada de dibujos anatómicos occidentales, se combina con un sentido de la forma japonés. El recorte en el panel derecho crea una sensación de pavor que desborda el marco, es una grandiosa composición. Kuniyoshi era conocido por combinar escenas de la cultura y el folclor tradicionales de Japón con elementos occidentales, con el fin de crear narrativas psicológicamente convincentes.
Dichas narrativas, extraídas de la literatura y la historia japoneses, eran uno de los temas comunes del arte ukiyo-e, ya sea que se representara en una sola imagen retratando a un actor de kabuki cuyo personaje sería inmediatamente reconocible para la audiencia o en una obra de mayor envergadura como “Cien cuentos de fantasmas de Hokusai” (1833).
Kobayashi Kiyochika (1847-1915)
El trabajo de Kobayashi Kiyochika es la mejor demostración de la rápida modernización y occidentalización que atravesó Japón durante el período Meiji. El período Meiji fue un tiempo que abarca la primera mitad del Imperio de Japón, durante el cual la sociedad japonesa pasó de ser una sociedad feudal aislada a su forma moderna.
El cambio no fue tan pacífico y ciertas formas de vida, como la de los samurai, fueron prácticamente borrados del mapa.
A lo largo de la obra de Kiyochika, emplea un sentido de luz y sombra llamado "kōsen-ga", inspirado en técnicas de arte occidental. Lo cierto es, que la xilografía estaba cayendo en popularidad durante los tiempos de Kiyochika, razón por la cual muchos consideran su trabajo como el último ejemplo significativo del arte ukiyo-e. El mismo kiyochika abandonó eventualmente la impresión y pasó sus últimos años enfocado en pintar y en ser inspirado por otras formas, como la fotografía.
Hashiguchi Goyō
Estrictamente hablando, esta última obra no se trata de arte ukiyo-e per se; Es, sin embargo, un ejemplo icónico de shin-hanga, o del estilo "nuevos grabados en madera", que muestra a una mujer desnuda en su baño diario, sumida en sus pensamientos, arrodillada en el suelo mojado y escurriendo un paño azul y blanco en un lavabo. El plano sin relieves de color claro de su cuerpo está suave pero precisamente delineado contra la partición amarilla y rosa detrás de ella, donde a la derecha, su túnica está tendida en un piso verde.
El Shin-hanga revivió el proceso de colaboración tradicional del arte ukiyo-e y también retrató sujetos tradicionales del ukiyo-e, como se ve en esta impresión bijin-ga, sin embargo, al mismo tiempo el movimiento incorporó elementos del arte occidental mucho más claros, como se ve en esta representación realista de un desnudo, en luz naturalista y con colores suaves.
El trabajo también crea una sensación de estado de ánimo individual y una convincente sensación de privacidad. Las obras de Utamaro, Hokusai y Harunobu influyeron en Goyō cuando creó esta obra a petición del editor Watanabe Shōzaburō, quien fue el primero en acuñar el término shin-hanga.