Los géneros básicos de la pintura figurativa son: paisaje, retrato y bodegón. Sin embargo, existen muchas otras formas de pintura que no entran dentro de estas tres categorías. La pintura de interiores, por ejemplo, posee distintos aspectos de varias de estas categorías, sin ser por completo idéntica a ninguna de ellas.
Lo que ocurre en espacios interiores es diferente de aquello que ocurre en ambientes exteriores, como los del paisaje tradicional. Los ambientes interiores, poseen una luz constante, de distintos tonos y de menor intensidad que la emitida por el sol. Por ejemplo, la luz de una chimenea, de un foco, de un letrero de neón en un bar o la que entra por la ventana. Todas estas luces tienen infinita cantidad de posibilidades diferentes con las cuales evocar ideas y emociones. Además de producir efectos visuales particulares dentro de un cuadro.
La luz nos baña, envuelve y arropa, a la vez que sugiere y exalta determinados sitios de un espacio. Esto puede aprovecharse para enfatizar altos contrastes dentro de una pintura, o para inventar atmósferas específicas. Al ser estos los ambientes donde transcurren nuestras vidas, son potenciales moduladores de aspectos sensoriales y emocionales para nosotros. Es decir, evocan lo emocional y producen diferentes estados en nosotros.

Benefits Supervisor Sleeping (Supervisora de beneficiencia durmiendo). (1995). Lucian Freud. Óleo sobre tela. Tamaño 151,3 cm × 219 cm. Colección privada de Roman Abramóvich

David y Eli. (2003-2004). Lucian Freud. Óleo sobre lienxo. Tamaño 162.6 cm x 174 cm. Colección privada
Antecedentes de la pintura de interiores
Dentro del arte occidental, las primeras referencias históricas de la pintura de interiores fueron las antiguas ciudades romanas, como Pompeya. Durante una época, en Roma, una forma de pintura conocida posteriormente como los "trampantojos de Pompeya" consiguió una gran popularidad. Ésta consistía en una pintura mural realizada en el interior de las casas. Pero lo interesante de estas pinturas, era la imitación, generalmete, del mismo ambiente interior del hogar en el que se encontraban. Se pintaban esculturas, adornos y cortinas de forma que éstas aparentaran ser reales y engañaran a los observadores. De ahí que se les otorgara posteriormente el nombre de trampantojos.
Se sabe que artistas como Plinio el viejo elogiaban a los creadores de dichas pinturas por su capacidad de imitar la realidad con gran destreza. Para lograr que dichas pinturas parecieran reales, los artistas debían conocer y dominar el funcionamiento de la luz y el color en los ambientes de interior de los cuales pintaban. Pese que en esta época aún no existía la luz artificial, se debía pensar en la dirección de la luz y los reflejos que el ambiente interior generaría sobre los objetos.