Gustav Klimt: el estilo de su pintura y proceso de trabajo
Gustav Klimt fue un pintor austríaco famoso en su tiempo que sigue siendo reconocido hasta hoy. Lo caracteriza su estilo moderno y la manera en la que logró capturar y transmitir emociones a una intensidad elevada.
Su forma de pintar es particularmente interesante porque empleó en ella técnicas muy variadas: hoja de oro, reboques, texturas, temple, óleo, etc.
Como dato curioso, los personajes de las obras de Gustav Klimt han sido famosamente descritos como de apariencia flotante. Dicha sensación se debía en gran medida a que los modelos para sus obras posaban acostados sobre una cama.
Inicios de la carrera artística de Gustav Klimt.
Gustav Klimt nació el 14 de julio de 1862, en Baumgarten, cerca de Viena. Desde su infancia, mostró inclinaciones artísticas y por tener un padre artesano pudo desarrollarlas desde temprana edad. Gracias a su talento, en 1876, con catorce años, recibió una beca para estudiar en Kunstgewerbeschule, la Escuela de Artes y Oficios de Viena. Allí se formó hasta 1883 como pintor y decorador de interiores.
Sus maestros fueron Michael Rieser Ludwing Minnigerode y Karl Hrachowina. Klimt admiraba y reverenciaba al entonces pintor de moda, Hans Makar, y se sometió gustoso a los dictados de una educación artística clasicista. Por ello se puede considerar su obra temprana como académica.
Gustav Klimt comenzó su carrera individual como pintor de interiores en grandes edificios públicos de la RingstraBe. Ya desde sus inicios desarrolló algunos temas alegóricos que posteriormente se convertirían en un rasgo distintivo de su obra. En 1888, recibió la Orden de Oro al Mérito, de manos del Emperador Francisco José I de Austria, por su trabajo en los murales de Burgtheater de Viena.
Con solamente 17 años, Gustav Klimt se une a Franz Matsch y a su hermano Ernst Klimt formando su propia sociedad artística que se denominó Compañía de Artistas. Esta sociedad recibiría varios encargos de frescos entre los que destaca la Sala de Reuniones de Karlovy Vary en la República Checa (Las Niñas con Laurel, 1889).
Características del estilo de Gustav Klimt
Como podrás observar en las imágenes siguientes, las obras de Gustav Klimt se caracterizaron, en su primera etapa artística, por cultivar un estilo ecléctico, con interés en temas históricos. Posteriormente, Klimt fue uno de los protagonistas del movimiento artístico que lo haría pasar a la historia: El Modernismo (Art. Nouveau) desarrollado en Europa a principios del siglo XX.
Klimt encontró en el desnudo femenino una de sus más recurrentes fuentes de inspiración. Sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz
Era el exponente de un estilo propio y sus obras estaban influenciadas por los mosaicos bizantinos que creaban atmósferas enigmáticas. Destacan obras como Palas Atenea (1898), Friso Beethoven (1902), una reinterpretación de la Novena Sinfonía de Beethoven y El beso (1907-1908).
Siendo la mujer uno de los temas más recurrentes de Gustav Klimt, resulta lógico que el artista representase muchas de las facetas del carácter femenino. El artista sentía especial predilección por un tipo de mujer agresiva y dominante, que podría identificarse con el modelo icónico de la femme fatale.
Patrones en el estilo de Gustav Klimt.
Su pintura es extremadamente ornamental: abunda el Oro propio del arte bizantino (era hijo de un grabador de oro), los motivos geométricos y la sensualidad, con un exquisito equilibrio entre líneas curvas y rectas. Esta primera etapa se puede considerar como la “Época de Oro”, en buena parte por el uso de hoja de oro en su creación artística.
La severidad de una línea dibujada a mano, con su potencial para la belleza lírica, es esencial para el arte de Gustav Klimt. La obra de Klimt se ha identificado con la suntuosa decoración basada en tonos dorados y elementos ornamentales de vivos colores. También se ha asociado con formas fálicas encubiertas, que oculta las posiciones más eróticas de los dibujos en que se basan muchas de sus pinturas. Esto se puede ver en Judith I (1901), en El Beso (1907-1908), y especialmente en Danaë (1907).
Los historiadores del arte notan una gama ecléctica de influencias que contribuyen al estilo distintivo de Gustav Klimt, incluidas las inspiraciones egipcias, minoicas, griegas clásicas y bizantinas.
Los procesos de trabajo de Gustav Klimt
Cuando Klimt admitía un encargo, iniciaba su particular método de trabajo tras largas meditaciones, más prolongadas sesiones de posado de modelos. Sus pinturas eran de naturaleza abiertamente erótica, pero solía suavizarlas por un enfoque alegórico o simbólico. Este detalle las hacía más admisibles para la pacata opinión pública de la burguesía vienesa.
Posteriormente Klimt sufriría una crisis personal, que se reflejaría en su obra artística. Por esa razón, hace desaparecer el color oro y la elegancia de las líneas características del modernismo de su obra. Las nuevas obras de Gustav Klimt, persiguen el uso de colores vivaces y vibrantes, y se ven claramente influidas por la pintura expresionista que le había precedido. Algunos ejemplos representativos de esta época son sus paisajes.
El proceso de dibujo de Gustav Klimt
Como artista, Klimt quería explorar emociones universales como el sufrimiento, la esperanza y el amor. Es una de las razones por las cuales pinta modelos desnudas en su estudio.
Hizo posar a sus modelos en una cama para que sus cuerpos lánguidos simularan flotar, un motivo que es muy importante en su arte. Experimentó con poses, gestos y expresiones, refinándolos hasta que alcanzó un tono perfecto de intensidad emocional a través de la pintura.
Mediante la línea, Klimt buscó transmitir la esencia de la forma humana y la naturaleza de la existencia humana.
La narrativa en la obra de Klimt
En 1911, gracias a su obra La vida y la muerte, Klimt es galardonado con el primer premio de la Exposición Universal de Roma. Dicha obra es un lugar ideal para contemplar brevemente la gran importancia que Klimt daba a los símbolos para desarrollar la narrativa dentro de sus obras.
Klimt estuvo ocho años pintando esta gran alegoría sobre uno de los principales temas que le obsesionaban: La muerte. En la imagen de abajo la puedes ver, delgada, en la zona izquierda del lienzo, y está envuelta en un sudario decorado al estilo Klimt. Lleva un cetro en la mano y aún sin ojos, parece mirar la danza de la vida a la derecha esbozando una macabra sonrisa.
Tras un amplio espacio vacío, ahí está la vida, amontonada, caótica, siempre en movimiento, con niños protegidos por el abrazo de las madres, hombres abtazando a sus mujeres… Un remolino de células, tejidos y figuras con los ojos cerrados para no ver lo inevitable. Una anciana penitente en el medio de este conglomerado, parece comprender resignada que la muerte es un lento proceso, tan lento que dura toda la vida.
La práctica hace al maestro (Klimt nunca dejó de practicar).
Fue a través de la práctica diaria del dibujo de la vida, que Klimt cultivó sus ideas. A pesar de su gran habilidad para dibujar, Klimt tuvo que esbozar su camino hacia la genialidad. Y esto lo logró con la práctica, lo puedes ver en los más de 4000 bocetos, estudios y composiciones a color que se sabe realizó.
Klimt realizó una pintura llamada Medicina (1907), la cual le fue encargada por La Universidad de Viena, a principios de siglo. El objetivo era que representara la Filosofía, la Medicina y la Jurisprudencia. Klimt, puso mucho trabajo y esfuerzo en ésta obra maestra.
La prensa fue implacable y le atacó por su "innecesaria" carga erótica. El Congreso le acusó de "pornografía" y "excesiva perversión" por lo que esos frescos nunca pudieron ser exhibidos en la institución académica. Propusieron al artista trasladar las pinturas a la Galería de Arte Moderno de la capital austriaca, pero Klimt se opuso y acabó por comprarle al gobierno sus propias obras.
La ventaja es que enfocó su propia carrera a través de este trabajo, generó un montón de nuevas ideas en el proceso de creación de esta imagen y se convirtió en un mejor dibujante en el proceso.
La medicina fue un avance estilístico y temático para Klimt, y muchas de las ideas que exploró mientras se preparaba para La Medicina, las continuó explorando en futuros trabajos.
Los bosquejos afinan la visión.
Sin duda bocetar afina no solo la capacidad de dibujar, si no también de pensar en imágenes, formas y lineas, cualidad esencial para un pintor. Un trazo puede decir miles de cosas distintas si este es aplicado de formas diferentes. El pintor debe volverse sensible a ello.
Los muchos bocetos y estudios de Klimt le permitieron ir más allá de la mera pintura hábil a la innovación de su “Fase Dorada”, que es uno de los estilos artísticos más reconocidos hasta hoy de su periodo histórico. Sin embargo lo que realmente ha vuelto a Klimt un referente importante de la historia del arte no es su uso del dorado, sino su capacidad de transmitir por medio de su uso del dibujo y del color dentro de sus obras.
Aprender durante la práctica.
Como podrás imaginar, Klimt realizó muchos dibujos para poder obtener los resultados que buscaba, por ejemplo, en algunos de los dibujos de La Medicina, dibujó una corriente de bebés flotantes. Hizo muchos dibujos del mismo bebé, en la misma pose, y solo cambió las bocas (abiertas, cerradas, relajadas, tensas). Estaba buscando la expresión que comunicara más claramente los pensamientos y emociones del personaje.
Cuando comparas sus bocetos con las pinturas finales, parece que la visión de Klimt para cada pintura se hizo más clara con cada boceto. Básicamente sus bocetos cobraron más vida a medida que su visión se hizo más clara. Por eso no te conformes, haz todos los bosquejos que necesites, hasta lograr la perfección en lo que deseas expresar.
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